Hoy en día el internet es herramienta de uso cotidiano, brindando tantas ventajas de comunicación, de acceso inmediato, como de interacción a larga distancia. Sin embargo, así como posee sus beneficios también representa un riesgo en su mal uso o uso excesivo.
Uno de los grandes problemas es el ciberbullying, un acoso que se hace por medio de las redes sociales, dañando a otros por medio de insultos o humillación, en cualquier momento y sin límites. La problemática se centra en la dificultad de descubrir al culpable, la manipulación de la tecnología y el escondite de la identificación personal, haciendo que el fenómeno tenga cada vez más audiencia y aumente su agresión.
El ciberbullying tiene un impacto tanto a nivel personal como colectivo. La persona afectada se ve vulnerada en su personalidad, carácter, desarrollo social y autoestima. A su vez las relaciones sociales impactan en la comunicación e integración de la comunidad, la tolerancia y el respeto. Por estas razones, es importante que cada familia y autoridades respectivas tomen medidas en cuanto a la prevención y atención a la víctima.
Gracias a las exhaustivas investigaciones alrededor de la temática, se han realizado avances significativos para atacar el problema de raíz, tanto en Estados Unidos como en Europa. Sin embargo, se ha evidenciado que en Latinoamérica se necesita reforzar estos esfuerzos. Según una investigación realizada por los profesores de Media Education Research Journal, Colombia es el país con mayor rango de cibervictimización y ciberagresión, con un porcentaje del 30% al 60%, seguido por Argentina y México con 49%, y Uruguay y Chile con 15%. Sorprendentemente en España también se evidencia un serio problema en cuanto ciberbullying; aunque muchos de los Estados vecinos han logrado erradicarlo, España es víctima del mal uso de la tecnología, alcanzando un 26.25%.
Los países latinoamericanos antes mencionados comparten idioma y cultura con España. Por tanto, es interesante analizar las simetrías entre estos en cuanto a este tipo de acoso. El uso indiscriminado de internet y la falta de acompañamiento a menores de edad, quienes son los más vulnerables a este tipo de manifestación dañina, son dos cuestiones que comparten algunos de estos países. Lo cual evidencia que “los medios electrónicos, aunque generan una gran evolución de la sociedad, pueden ser utilizados para malas prácticas, por lo que debe existir una regulación normativa sobre el uso de los mismos”.
Otro estudio, realizado por Andrea Guapacha en su trabajo de grado por la Facultad de Derecho, propuso los objetivos que debe tener una política estatal para atacar el problema:
La primera sugerencia: educación. Normalmente las víctimas y los agresores no tienen mucha relación con el mundo físico. Es necesario que ambas partes tengan algún tipo de relación previa al inicio del acoso electrónico. Con frecuencia, la situación de acoso comienza en el mundo real, siendo el medio electrónico una segunda fase de la situación de acoso. Por esta razón, las instituciones educativas son los entes que cuentan con una responsabilidad muy grande en cuanto el control de estas prácticas y del uso adecuado de la innovación tecnológica, ya que es en estos lugares donde se inician estas actividades desequilibradas.
A su vez las familias deben de educar a sus hijos en cuanto acceso y navegación de internet y procurar un uso moderado, respetando siempre la privacidad e intimidad de las personas.
Segundo: el sistema de salud. Se deben desarrollar y diseñar modelos para detectar, en la adolescencia, las raíces del problema, y así poder prevenirlo lo antes posible. Otro elemento importante es el de capacitar a los profesionales para identificar alteraciones físicas y emocionales en los individuos, para establecer mecanismos de control, seguimiento y auditoría en cada caso.
Y por último, pero no menos importante: los medios de comunicación. Estos juegan un papel crucial al ser el canal de información entre receptor y emisor. Los medios deben de abstenerse de publicaciones o transmisiones que atenten contra la integridad moral o dignidad de la persona. También deben evitar el contenido excesivo de violencia o de carácter sexual.
Estas regulaciones normativas son un modelo de ética que no representan represión hacia la persona, puesto que el principio de autonomía debuta en el hecho. Pero que siguen a su vez otros principios como el de beneficiencia, no maleficiencia y justicia; Incentivan un uso equilibrado de los dispositivos tecnológicos e internet, respetando la estabilidad de la persona, su dignidad y su bienestar físico y emocional.
En conclusión, aunque las investigaciones contengan ciertas limitaciones en la obtención de datos reales, por la privacidad tecnológica, es evidente que es un tema prioritario, el cúal crece con el tiempo y debe de ser tratado cuanto antes. Tanto el círculo más cercano como el más colectivo deben percatarse del impacto que genera esta situación; forjando así una red de apoyo y prevención que ataque el problema desde su raíz, preparando a las futuras generaciones para el uso adecuado de las innovaciones tecnológicas.
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Fuentes de consulta:
(2018). Cyberbullying and problematic Internet use in Colombia, Uruguay and Spain:Cross-cultural study. Media Educational Research Journal. Recuperado de: https://www.google.com.gt/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://www.revistacomunicar.com/verpdf.php%3Fnumero%3D56%26articulo%3D56-2018-05%26idioma%3Den&ved=2ahUKEwjdyYOo15TfAhXL11kKHbtPA9UQFjAAegQIBxAB&usg=AOvVaw3HOiJ7kYcdpd_EzSf0bpMU
Guapacha, A. (2014) Un estudio comparado entre España y Colombia sobre el Ciberbullying como posible tipo penal.
Universidad Católica de Colombia. Trabajo de Grado. Facultad de Derecho. Recuperado de: https://www.google.com.gt/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/05/doctrina41081.pdf&ved=2ahUKEwjyrsXn15TfAhUy1lkKHTeQBVoQFjAKegQIAhAB&usg=AOvVaw0fU9qlTEZqZxDMzPJfmz6S