Publicamos a continuación extractos de la entrevista concedida por Bradford Wilcox, director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia, a Mercatornet.com, el 17 de septiembre de 2009 y traducida por Aceprensa.
— ¿Cuál es el panorama del divorcio en EE.UU.? ¿Mejoran o empeoran las estadísticas?
— El divorcio ha descendido levemente desde 1980, después de duplicarse entre 1960 y 1980, y continúa descendiendo (…) Esas son las buenas noticias. Pero hay también dos aspectos negativos. En primer lugar, el matrimonio se está convirtiendo en algo cada vez más selectivo: siguen casándose las parejas de buena posición económica y las vinculadas a una tradición religiosa, pero es menos frecuente entre las clases con menos recursos y entre las parejas no creyentes. En consecuencia, nacen cada vez más niños fuera del matrimonio: aproximadamente un 40% de los niños norteamericanos. (…)
El futuro de estos niños es sombrío. Como muchos de sus padres no permanecerán unidos, gran parte de esos hijos crecerán sin el beneficio de tener a sus padres en la misma casa. Se enfrentarán a graves riesgos de depresión, delincuencia, absentismo escolar y otros problemas asociados con la ausencia de uno de sus progenitores, normalmente el padre.
— ¿Por qué tantos matrimonios fracasan? ¿Cuáles son las principales causas de divorcio hoy?
— Son varias las causas de divorcio: infidelidad, insatisfacción con el nivel emocional o de intimidad sexual, el deseo de un nuevo comienzo a mitad de vida, maltratos, etc. (…) Algunos de ellos giran en torno a maneras de enfocar las relaciones por parte de hombres y mujeres; otros tienen que ver con problemas materiales que afectan a las parejas en el marco de la nueva economía (en particular a las de renta baja); y otros se relacionan con fenómenos novedosos del matrimonio en el mundo contemporáneo, desde la pornografía en Internet a la difusión de la mentalidad de “tenerlo todo” en trabajo, ocio y vida familiar.
— La idea de “permanecer unidos por el bien de los hijos” parece haber desaparecido. ¿Es siempre malo el divorcio para los hijos? ¿Hay pruebas de esto?
— Muchos adultos no piensan hoy que los cónyuges deban permanecer unidos por el bien de los hijos. Creen que los niños estarán contentos si lo están los padres, aunque se divorcien. Pero este planteamiento individualista no concuerda con los hechos. Según varias investigaciones, un tercio de los divorcios que afectan a los hijos están relacionados con altos niveles de conflictividad matrimonial (peleas, malos tratos, etc.). En esos casos vendrá bien a los niños la separación de sus padres.
Pero dos tercios de los divorcios son de parejas con bajo nivel de conflictividad (descontento de un cónyuge, cierto distanciamiento entre ambos, uno de ellos cree que estaría más a gusto con otra persona, etc.). En esos casos, es más frecuente que los niños sufran problemas como depresión o consumo de drogas. Además, en este segundo caso se rompe la fe de los niños en la fidelidad matrimonial, así como su confianza en los demás, porque han visto cómo sus padres rompían su compromiso conyugal por razones que no les parecen justificadas.
En consecuencia, quienes de niños fueron criados en esos hogares tienen más probabilidades de divorciarse ellos mismos, en comparación no solo con los que proceden de hogares estables, sino incluso con los hijos de parejas conflictivas. Así, los hijos de divorciados tienen un 89% más de probabilidades de divorciarse que los que proceden de matrimonios que no rompieron.(…)
— Pero los adultos se muestran más satisfechos cuando, ante el fracaso de su matrimonio, ponen distancia entre sí.
— Depende. Como he señalado en mi trabajo, a veces los cónyuges que abandonan el matrimonio de mutuo acuerdo pueden quedar más contentos. Pero el cónyuge que es abandonado, sobre todo cuando no es responsable de ninguna falta significativa de su compromiso de fidelidad, queda a menudo muy afectado tras la experiencia del divorcio. (…)
— Los partidarios del divorcio fácil solían alegar que aumentaría el bienestar general de los matrimonios el hecho de que al cónyuge descontento se le permitiera romper su compromiso sin aducir causas. ¿Ha sucedido así?
— No, no ha sucedido así: el bienestar matrimonial ha decaído desde los setenta, cuando tuvo lugar la revolución divorcista, incluso ahora que supuestamente se ha puesto fin a los matrimonios “desgraciados”. ¿La razón? Que sobre muchos matrimonios planea una nube de incertidumbre y desconfianza precisamente porque el divorcio rápido, unilateral, se ha convertido en un modo habitual de actuar.
La investigación demuestra que tras la generalización del divorcio sin causa, marido y mujer invierten menos en el otro, tanto económica como emocionalmente. Y, claro, menor inversión da lugar a menor rendimiento. Dicho de otro modo, si en los matrimonios los cónyuges prefieren guardarse algo, entonces tampoco apostarán por el máximo nivel de confianza, de seguridad emocional o de compartir bienes que permite un matrimonio firme. Por eso la revolución del divorcio ha llevado consigo una caída en los índices de felicidad matrimonial. (…)