Una situación realmente alarmante en Guatemala es la cantidad de embarazos en niñas y adolescentes (el departamento de Huehuetenango, por ejemplo, es uno de los que presenta mayor número de casos). A una edad que le es propia el juego y el estudio, las jóvenes se ven enfrentadas a ser madres; se estima que diariamente 160 niñas en edad escolar dan a luz. Al analizar el tema se observa que en muchos casos se trata de un embarazo causado por una relación no consentida: una violación (vale la pena aclarar que cuando la mujer tiene 12-14 años no puede ser una relación consentida y esa relación será considerada una violación). En otros casos es una cuestión cultural o falta de formación y educación, que lleva a un inicio precoz de la actividad sexual; mermando así las probabilidades de alcanzar más años de estudio y un mejor futuro. Pero en la mayoría de los casos se trata definitivamente de una violación.
A continuación algunos datos recopilados por la UNFPA (United Nations Population Fund):
Sin duda es una situación dura y un problema que hay que resolver. Pero… ¿cual es el problema en sí? ¿el embarazo? Definitvamente el embarazo NO es el problema en sí y definitivamente no es la causa del mal. En todo caso es una consecuencia del problema. El verdadero problema es la violencia sexual y el hecho que las adolescentes estén teniendo relaciones sexuales a tan temprana edad. Dicho esto, eso es lo que hay que solucionar. Es necesario castigar a todo aquel que cometa violencia sexual, y más aún cuando es contra una niña. Se necesita dar educación, formar la afectividad, enseñar a cada mujer el valor que tiene y, al mismo tiempo, lograr que la justicia se cumpla. Que aquella que ha sufrido una agresión sexual sepa que puede demandar a quien cometió el abuso y que se tenga la certeza que recibirá su castigo.
La ciudad esta llena de letreros que dicen “Protégeme del embarazo”, como si ese fuera el problema. La campaña incluso dice “el embarazo en niñas menores de 14 años es un delito”, lo cual se oye como si la joven embarazada fuera la delincuente y no el perpetrador. La campaña invita a tomar anticonceptivos y la “pastilla del día después” que ocasiona un aborto; como si el embarazo y el niño no nacido fuera un atacante y contra eso es contra lo que tiene que protegerse la joven. Más bien debería decirse “Protégeme del violador”, “Protégeme de la agresión sexual” ó “Respétame”. ¿Que ocurre sino con todas las víctimas de violencia sexual que no resultan embarazadas? ¿No hay que protegerlas? ¿No son problema?
La UNFPA maneja en Guatemala el programa Abriendo Oportunidades, que tiene características positivas como el impulsar que la mujer culmine sus estudios, lograr el aprendizaje del idioma español por parte de las comunidades indígenas y fomentar el servicio en la comunidad; características todas que sin duda fortalecen el desarrollo. Según UNFPA, “proteger los derechos de las niñas y adolescentes es clave para liberar su potencial de desarrollo. 26% de los partos atendidos en Guatemala son de niñas y adolescentes de 10 a 19 años que se convierten en madres, comprometiendo sus oportunidades educativas y laborales y poniendo en riesgo su salud y su vida.” El programa busca así la prevención de los embarazos, las uniones y los matrimonios de niñas y adolescentes; un objetivo que sin duda es muy positivo, siendo importante no perder de vista que no basta con evitar embarazos. Debemos recordar que “el fin no justifica los medios” y, por lo tanto, lo correcto no es repartir anticonceptivos y preservativos para evitar embarazos, sino más bien hay que apostarle a la formación y a la educación de la afectividad, para lograr así postergar el inicio de la actividad sexual hasta que la mujer esté en las condiciones adecuadas para casarse y formar una familia.
Es importante que se busque solucionar el problema y no solo ocultarlo evitando los embarazos. En FADEP estamos convencidos que se trata precisamente de dar más oportunidades a las mujeres y abrirles horizontes.