Recientemente llevamos a cabo en Instagram una encuesta para conocer la percepción de nuestros seguidores sobre dos problemáticas que aquejan el mundo: el invierno demográfico y el calentamiento global. Se preguntó cual de ambos problemas consideraban una mayor amenaza para la humanidad. El 89% respondió que el invierno demográfico (envejecimiento de la población) y solamente un 11% respondió que el calentamiento global.
Si dicha encuesta se hiciera a una mayor escala, los resultados quizá serían distintos pues los medios de comunicación constantemente nos bombardean con información del cambio climático y el calentamiento global. No entraremos a discusiones medioambientales; se sabe que el clima está cambiando y lo que haga o no haga el ser humano puede influenciar relativamente poco el ciclo del clima en comparación a otras fuentes de contaminación. El calentamiento global es un una realidad, de esto no cabe duda. De 1900 al 2016 en Guatemala ha subido la temperatura en un promedio móvil de 1.63 °C como podemos observar en la siguiente gráfica.
Elaboración propia con datos del banco mundial
Sin duda alguna, el aumento sostenido de la temperatura en todo el mundo genera problemas, entre los cuales se pueden mencionar: riesgos en cosechas y seguridad alimentaria, mayor probabilidad de desastres naturales, reducción de abastecimiento de agua, entre otros. Sin embargo, las condiciones climáticas cambiarán siempre y es el ingenio humano el que encontrará una solución a cada riesgo.
Por el contrario, si consideramos el problema del invierno demográfico, el problema es más serio porque se trata directamente de la vida del ser humano, de la reposición poblacional y las futuras generaciones. Sin personas no hay sociedad y sin sociedad no hay economía. ¿Quiénes cuidarán a los adultos mayores? ¿Cómo sostener un sistema de pensiones funcional? La caída en la fuerza laboral, en la natalidad y en la economía son algunas consecuencias del invierno demográfico.
En muchos países el envejecimiento poblacional, específicamente la inversión de la pirámide demográfica, es uno de los principales problemas; por ejemplo el caso de Corea del Norte, Japón, China, Europa, entre otros. Sin embargo América Latina no es ajena a esa realidad. CEPAL advierte que para los años siguientes se espera un aumento del promedio de edad en la región y una reducción poblacional:
América Latina y el Caribe (50 países y territorios): distribución de la población por edad y sexo, 1960, 2022 y 2060
(En porcentajes)
Gráficas: CEPAL
El documento: Envejecimiento en América Latina y el Caribe: Inclusión y derechos de las personas mayores, entrega un panorama sobre el envejecimiento y las tendencias demográficas en la región. Confirma que el envejecimiento poblacional es uno de los principales fenómenos demográficos en América Latina y el Caribe y precisa que en 2022 viven 88,6 millones de personas mayores de 60 años en la región, quienes representan el 13,4% de la población total, proporción que llegará al 16,5% en 2030. El rápido proceso de envejecimiento que experimenta la región llevará a que, en 2050, las personas mayores alcancen el 25,1% (193 millones) de la población total, es decir, habrá 2,1 veces más personas mayores que en 2022.
“El envejecimiento es un asunto de la más alta prioridad, que requiere acciones urgentes en varias esferas, para visibilizarlo y considerarlo desde las perspectivas de derechos humanos, género, interculturalidad e interseccionalidad, poniendo la protección de los derechos de las personas mayores en el centro de las respuestas de política pública, e incorporando la visión y los compromisos que emanan de los instrumentos y acuerdos internacionales y regionales en la materia”, afirma José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, en el prólogo del documento.
Así pues, es importante cuidar el clima y evitar todo aquello que pueda dañarlo. Pero más importante aún es destacar el valor de las familias que tienen hijos y los forman para ser agentes de bien en la sociedad. Vale la pena invertirle a la familia. Vale la pena fomentar la natalidad y asegurar las condiciones para que las familias puedan desarrollarse en un ambiente seguro con acceso a oportunidades.