Por Esteban Andrino
esteban@ufm.edu
Como en muchas de las disciplinas y actividades, el principio fundamental del marco del trabajo es la primacía del ser humano. Dentro de los principios operativos, la libertad de la persona es importante, dando lugar a la más amplia escogencia de sus actividades y labores. Asimismo, la responsabilidad es de doble vía, debido a que se convierte en un principio operativo a través del contrato que se realiza entre el trabajador y el dueño de la empresa, ya que ambos deberían estar procurando un estándar de vida decoroso.
Sin embargo, en nuestro medio parece que mientras a mayor tiempo que el trabajador labore, se tiene la errónea idea de que esta acción va en pro de la productividad de la empresa, sin siquiera pensar que esta idea, generalmente manejada en el ámbito empresarial, guarda en su interior vestigios de la propuesta marxista. El objetivo de este artículo es el de proponer a la luz de la crítica, al menos dos argumentos que tratan de rebatir el desmedro de las ideas que se tienen acerca de las horas de trabajo que el laborante dedica a la empresa.
El primer argumento desmantela y desenmascara la teoría de valor-trabajo, ampliamente conocida en el mundo académico marxista, para contrastarla con la teoría del valor subjetivo, la cual fue posible gracias a la revolución marginalista, propiciada por Jevons, Walras y gestada con atino por Karl Menger.
El segundo argumento está basado en la correlación estadística que se aplicó a muestras de corte transversal de las horas trabajadas por semana y del PIB per cápita a precios constantes, de más de cincuenta países del 2000 al 2009.
El artículo concluye con algunas reflexiones y propuestas acerca de políticas laborales, tendientes a reafirmar la dimensión del trabajo dentro del ámbito de la dignificación del ser humano.
La teoría del valor trabajo en contraste con la teoría marginalista.
La base del análisis marxista acerca del sistema económico es la teoría del valor. De acuerdo a Marx, toda la riqueza es generada por el trabajador, mientras que la tierra es un factor pasivo y el capital es creado por el trabajo. David Ricardo estuvo de acuerdo en que, con ciertas excepciones, el valor de todos los productos se puede sopesar y establecer por el trabajo para producirlos, o en otras palabras, los productos se intercambian entre sí en proporciones que miden la cantidad relativa de trabajo necesaria integrada en estos productos, tomando en cuenta el costo del trabajo, una parte segmentada proporcionalmente de las materias primas, herramientas, maquinarias y otros instrumentos de capital.
El total de trabajo se traducía en “trabajo humano en abstracto”, en tanto que el valor se trasformaba en una simple congelación del trabajo humano homogéneo. De cualquier forma, en caso de que fuera posible reducir el trabajo a un ámbito abstracto, ninguna teoría del valor que engloba el problema desde la visión de solamente el costo de la oferta puede tener consistencia. Es importante resaltar que el valor también depende de la demanda, es decir, la satisfacción de necesidad que como atributo puede tener un producto, y por otro lado, depende de la oferta.
Después, Marx dijo que la fuerza de trabajo, siendo un factor más de producción, posee un valor establecido por la cantidad de trabajo requerida para producirlo. Por lo tanto, el trabajo se vende en el mercado laboral a un precio que es el de su costo de producción.
Marx llega a la conclusión de que los trabajadores están condenados a estar bajo la influencia de los capitalistas y terratenientes, dueños de los factores de producción. En tanto el trabajador da en alquiler cierta cantidad de horas de trabajo, ocho horas por ejemplo, con el objetivo de recibir el mínimo para asegurar su subsistencia, el empresario no le da libertad para detener sus labores en ese espacio de tiempo, por lo que le obliga a seguirlo, no precisamente porque el empresario quiera explotar en sí al trabajador, sino debido a la implacable competencia respecto de otros empresarios para su propia conservación. De cualquier forma, durante el tiempo en que el trabajador labora en horas extras, produce artículos que serán vendidos a un valor dado por la cantidad de trabajo implícita en el artículo, dando paso a un valor excedente, denominado plusvalía.
Al final, es el trabajador el explotado, no el consumidor. Marx reconoce que no todo el excedente es para el empresario una pura ganancia, sino que éste debe pagar al terrateniente o al que da en alquiler el terreno, el uso de la tierra y el interés que hay que cancelar por los fondos prestables.
En caso de que la teoría marxista fuera válida, los empresarios harían competencia por adquirir la mayor cantidad de trabajadores para aumentar sus respectivas plusvalías, haciendo que la demanda de trabajadores eleve los salarios, y por ende, se elimine la plusvalía. Por otro lado, si los empresarios se beneficiaran exclusivamente del trabajo y no de los demás factores de producción (tierra, capital, y actualmente el factor de emprendimiento o entrepreneurship), dado que estos factores se cambian por el trabajo que tienen implícito, aparentemente serían beneficiados considerablemente los empresarios que usaran de mayor manera el trabajo, respecto del capital. En la práctica esto es evidente, y obviamente no es de esa forma. Por lo tanto, lo anteriormente descrito da cabida a pensar que el dedicar más horas de labores no se traduce precisamente a un aumento en la productividad de la empresa, sino que hay otros factores que explican dicho fenómeno.
Los principales defensores de la teoría subjetiva del valor o la teoría de la utilidad marginal son los economistas de la escuela austriaca y neo-clásica, quienes creen que la explicación del valor económico objetivo como el principal problema al que la economía debe confrontarse. Toman como punto clave de su teoría la valoración o deseos de los hombres por las cosas, realizan valuaciones personales del fundamento último de todos los precios en el mercado, le dan una interpretación a los valores a corto plazo en base a la oferta y la demanda y los valores a largo plazo desde la perspectiva del costo de producción, realizando la ardua tarea de la búsqueda de un equilibrio en movimiento constante entre el total de los esfuerzos de un país en la producción, y todos los sacrificios que resiste en el consumo, y abordan el tema de la cuestión de la distribución (rentas, salarios, interés y beneficios) como un conjunto de problemas de valor.
A la luz de la teoría del valor subjetivo, no se asegura que si se trabaja más allá de la jornada laboral la productividad en las labores necesariamente se incremente en todos los casos, dando cabida a la explicación de la productividad marginal. Por ejemplo, así como el economista alemán von Thünen dijo respecto a que rebasado un cierto límite, el cual se alcanza rápidamente, los trabajadores adicionales dan un rendimiento cada vez menor al producto total, hasta que el último trabajador adicional tiene un rendimiento, cuyo aumento es equivalente al salario que recibe, este mismo ejemplo puede aplicarse a las horas de trabajo.
Una evidencia interesante: horas de trabajo correlacionadas con el PIB per cápita.
Por medio de la herramienta estadística de la correlación, se llevó a cabo el experimento bivariante entre horas trabajadas semanales, ajustadas anualmente respecto al PIB per cápita. Trabajamos con muestras provenientes de la base de datos de la Organización Internacional del Trabajo, las cuales son de corte transversal de más de 50 países, del año 2000 al 2008. A través de la correlación, quisimos corroborar si entre las mencionadas variables hay correlación lineal, obteniéndose los resultados expuestos en la tabla 1.
Tabla 1
Podemos observar que las horas promedio de trabajo semanal encuentran su punto más alto en 2002, siendo el promedio más bajo el que se registra en 2008. Ell coeficiente de correlación es negativo y para cada año oscila entre -0.43 y -0.17, dando a entender que la correlación entre las horas trabajadas por semanas ajustadas a un período anual y el PIB per cápita es estadísticamente baja. Esto se puede interpretar de dos maneras: 1) Se estima que los datos no tienen una correlación de carácter lineal o 2) Es posible que estas variables no estén correlacionadas. Si la segunda opción es correcta, pareciera ser que las horas de trabajo no constituyen un argumento sólido para decir que influencie fuertemente al proxy del nivel de vida de un país, como lo constituye el PIB per cápita.
Conclusiones
Respecto a la primera evidencia que presentamos en este artículo, haciendo constar la mayor consistencia de la teoría del valor subjetivo respecto a la teoría del valor trabajo, concluimos que no se justifica, por políticas de una empresa, que un trabajador se quede más tiempo del debido en la empresa, si este realiza las tareas que se le asignan en un tiempo menor a las horas que se ha acordado que labore, ya que no se estaría tomando en cuenta la productividad marginal de una hora adicional de trabajo, la cual va en detrimento gradualmente del producto total, ni tampoco se toma en cuenta que se está cayendo dentro de un paradigma marxista, el cual no es precisamente erróneo por denominarse así, sino por el camino lógico deductivo, es falaz.
En cuanto a la segunda evidencia, parece ser que hay una pobre correlación entre las horas de trabajo y el PIB per cápita, lo cual da cabida a pensar que el tema de la productividad no reside en la cantidad de horas trabajadas, sino en la calidad de las horas que se labora, esto sin tomar en cuenta explicaciones alternativas respecto a la productividad del trabajo, dentro del marco de implementación de capital dentro de una empresa o la agilización de tareas de una empresa debido al aprovechamiento de nuevas tecnologías, una clara administración y una mejor logística, la cual permita que un trabajador realice sus tareas de forma mucho más rápida.
Recomendaciones
Es importante resaltar ante los empresarios el carácter primario del recurso humano por sobre toda actividad, en este caso económica, por lo que la revisión de las políticas laborales en cuanto a horarios flexibles para ciertos tipos de trabajo se puede justificar como lo hicimos anteriormente.
Por otro lado, el trabajador puede procurar el buen uso de su tiempo, a través de un autocontrol del aprovechamiento de las horas de trabajo, cuestión que puede plasmar en una hoja elaborada por sí mismo, la que puede ser reportada a su jefe inmediato, no a manera de vigilancia, sino como un compromiso por parte del laborante respecto del buen manejo de su tiempo.
Es primordial hacer más estudios respecto a las características del mercado laboral en Guatemala, y las variantes de sus diferentes industrias, para poder objetivizar y contribuir con bases empíricas a la discusión de las políticas laborales. Entre los estudios que se sugieren, pueden realizarse: 1) La elasticidad precio (salario) de la demanda laboral 2) El “trade off” entre el nivel del empleo y el promedio de horas por empleado 3) Estudio empírico de elección entre la razón trabajo/ocio.
Referencias
Ferguson, J. M. Historia de la Economía. 14 ed. Fondo de Cultura Económica, 1998.
Marx, Karl. El Capital: crítica de la economía política. EDAF, 1967.
Menger, Carl. Principios de Economía Política. 2ª. Ed. Unión Editorial, 1997.
Rothbard, Murray Newton. El Hombre, la Economía y el Estado. Un tratado sobre principios de economía. Vol. 1. 1ª. Ed. Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas, 2004.
Bases de Datos Consultadas
International Labor Organization (ILO). Labour Statistics Database. 1999-2009.
Banco de Guatemala. Sistema de Cuentas Nacionales 1993 -SCN93- (Año Base 2001).