El pasado viernes 8 de septiembre el ministerio de Salud junto con UNICEF, presentaron el “Protocolo de prevención de la Conducta Suicida en la niñez, adolescencia y juventud”, dando a resaltar la importancia de este tema en el país. La tasa de mortalidad por suicidio en Guatemala para el 2019 es de 5.9 personas por cada 100,000 habitantes, dato que ha disminuido según cifras de la Organización Mundial de la Salud. Según la misma organización, cada año se suicidan aproximadamente 800,000 personas, y muchas más intentan hacerlo.
Es de interés nacional conocer el tema del suicidio; en Guatemala es un tema tabú que podría ser solo la punta del iceberg de muchos problemas mentales en la niñez, adolescencia y juventud. A diferencia de otras causas de muerte como los asesinatos por violencia, o enfermedades terminales; las muertes por suicidio podría ser camufladas por las familias para evitar el escándalo social, tomando en cuenta que la raíz de esta problemática nace en el seno de las mismas.
Lo que no podemos negar es que a raíz de la emergencia sanitaria provocada por la enfermedad COVID-19, muchos problemas de salud mental se agravaron en el país. Aunque no hayan muchos datos claros sobre ello, han aumentado la demanda de consultas psiquiátricas, psicológicas, en un país en donde la cobertura de salud mental es baja y se concentran principalmente en la ciudad capital.
Es de resaltar que la familia es el primer grupo de soporte para la adecuada salud mental del individuo, según lo que indica el nuevo protocolo. No es extraño que las terapias que deban llevar personas que se auto lesionan y están en riesgo de cometer un suicidio, sean llevadas en conjunto con sus familias. Son factores como la estabilidad familiar, económica y social, las que apoyan la reducción de la conducta suicida, así como la pertenencia a un grupo religioso, un buen ambiente escolar, practicar estilos de vida saludables y practicar habilidades blandas desde la niñez.
Es de importancia que, como sociedad, se puedan promover espacios en los que la niñez, adolescencia y juventud aprendan a tener un proyecto de vida que llene de ilusión, formando los importantes ¿Para qué vivo? ¿Qué me hace despertar todos los días? Y participar de actividades grupales que fomenten el tejido social, en donde puedan también mejorar sus habilidades sociales, el autoestima en un ambiente preferiblemente en actividades al aíre libre.
El suicidio es un tema doloroso pero importante que requiere una conversación abierta y compasiva. La prevención del suicidio es responsabilidad de todos, y debemos trabajar juntos para crear una sociedad donde todas las personas tengan acceso a la atención de salud mental y al apoyo necesario. Además de fomentar una cultura que no minimice o ignore los problemas emocionales y psicológicos, lo que dificulta que las personas busquen ayuda.
La prevención del suicidio comienza en la familia, seguido por un sistema educativo que defienda los principios del respeto. Es esencial que las comunidades, las escuelas y las instituciones de salud trabajen juntas para identificar a las personas en riesgo y proporcionarles el apoyo adecuado. Esto incluye, no solo tener un protocolo para esta problemática, sino también la capacitación de profesionales de la salud mental, la promoción de la detección temprana de problemas de salud mental, la implementación de líneas de ayuda de prevención del suicidio y mejorar el acceso a servicios de salud mental en el país.