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Estadísticas en Guatemala: desafíos para la planificación y el desarrollo

Las estadísticas nacionales son la brújula que orienta las políticas públicas, el presupuesto y las iniciativas de desarrollo. Cuando la brújula funciona bien, los gobiernos y las organizaciones pueden dirigir recursos donde más se necesitan; cuando falla, se desperdician oportunidades y se dejan familias y comunidades atrás. En Guatemala, tenemos insumos oficiales útiles, como el Instituto Nacional de Estadística (INE) que publica censos, encuestas y datos relevantes, pero también enfrentamos limitaciones que impiden usar esos datos con la precisión y el momento oportuno que exige la planificación moderna.

El INE mantiene herramientas valiosas, como el censo de población del 2018 y sus proyecciones, encuestas de hogares y boletines mensuales. La institución ha estado digitalizando publicaciones y socializando resultados de encuestas nacionales como la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) y la Encuesta Nacional de Calidad y Bienestar de los Hogares (ENCABIH), lo que refuerza la disponibilidad de estadísticas oficiales. Estos avances son un activo clave para cualquier actor interesado en el desarrollo, desde funcionarios hasta organizaciones de la sociedad civil.

Sin embargo, los retos persisten. Existen datos tardíos, hay una cobertura desigual en los datos y existen vacíos temáticos notables. A pesar de los avances, la información disponible presenta problemas de oportunidad, como datos que llegan tarde para la toma de decisiones, cobertura limitada en zonas rurales y escasa disponibilidad de in formación confiable a nivel municipal. Además, fenómenos cruciales para la agenda sociopolítica, como la informalidad laboral, migración interna y seguridad, requieren series más frecuentes y comparables en el tiempo. El Banco Mundial y organismos regionales han señalado la magnitud de la economía informal y la necesidad de contar con datos más detallados para impulsar empleo formal y políticas sociales eficaces.

Cuando las estadísticas son incompletas o tardías, las políticas públicas pierden eficacia. Presupuestos mal dirigidos, programas sociales que no llegan a los hogares que más lo necesitan y esfuerzos de desarrollo humano que no responden a la realidad local, son consecuencias tangibles. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en sus evaluaciones recientes, alerta sobre el estancamiento o la desaceleración del desarrollo humano en la región, lo que obliga a que nuestras decisiones públicas se basen en mejores diagnósticos y en un seguimiento más riguroso de resultados. En términos de familia y desarrollo, esto implica diseñar programas de apoyo a la maternidad, la educación y la protección social basados en información demográfica y socioeconómica actualizada.

A continuación se presentan algunas recomendaciones prácticas y concretas, orientadas a tomadores de decisión y a la sociedad civil:

  1. Fortalecer el registro civil y la operatividad integrada: asegurar que nacimientos, defunciones y movimientos migratorios estén digitalizados y enlazados con otras bases (salud, educación) para producir estadísticas actualizadas y confiables. Esto reduce el subregistro y mejora la capacidad de identificar a familias en condiciones vulnerables.
  2. Invertir en capacidades técnicas del INE y en unidades estadísticas municipales: formar y retener personal estadístico, así como apoyar la creación de unidades municipales que produzcan datos locales. La planificación territorial y la asignación de recursos mejoran cuando los municipios disponen de su propia evidencia.
  3. Mejorar el plazo oportuno de la información: pasar de series esporádicas a encuestas y reportes con mayor frecuencia en indicadores estratégicos (empleo, precios, condición de la infancia, seguridad alimentaria, entre otros). La toma de decisiones anual o semestral exige datos oportunos.
  4. Fomentar alianzas público-privadas y con la sociedad civil: universidades, organismos internacionales y organizaciones de sociedad civil pueden co-producir análisis temáticos, monitorear resultados y traducir datos a contenidos útiles para la ciudadanía.
  5. Comunicar datos de manera cercana y comprensible: las estadísticas no son simples números, sino que representan realidades humanas, como familias, empleos, escuelas y comunidades. Es importante que la información se presente en un lenguaje claro, que permita a las autoridades y a los ciudadanos entender cómo estos datos se reflejan en su vida diaria y en los valores que sostienen nuestra sociedad, como la familia unida, el trabajo digno y la seguridad en la comunidad. Comunicar así los datos fomenta la transparencia y fortalece una ciudadanía informada y participativa.

Por tanto, mejorar el estado de las estadísticas en Guatemala exige voluntad política sostenida, inversión en capacidades y una cultura pública que valore la verdad de los datos. Si los actores relevantes, gobierno, organismos internacionales, academia, municipios y sociedad civil, trabajamos en conjunto, podemos transformar la información en políticas eficaces que protejan a las familias y promuevan un desarrollo estable y próspero.