Uno de los problemas a los cuales se enfrentan los padres de familia hoy en día es el conciliar el trabajo con la familia. En las últimas décadas la mujer se ha ido introduciendo más en el campo laboral, pero los hombres no se han involucrado más en la familia necesariamente.
Un estudio recientemente publicado por el Boston College “El nuevo padre: explorando la paternidad en un contexto de carrera” (The New Dad: Exploring Fatherhood Within a Career Context) revela que los hombres con hijos afrontan una lucha semejante a la que libraron las mujeres, pero al revés. El papel de las madres en el hogar se daba por supuesto, y tuvieron que abrirse hueco en el trabajo. Ahora, los padres necesitan que se les reconozca en la práctica que sus obligaciones familiares exigen mucho más que llevar dinero a casa.
La investigación, realizada por el director del Centro de Trabajo y Familia de esa casa de estudios, se elaboró a partir de entrevistas a padres primerizos: casados, con esposa que también trabaja fuera de casa, un solo hijo de 3 a 18 meses, título universitario y al menos cinco años de trayectoria profesional. Se trataba de averiguar cómo la paternidad les cambia la vida.
Todos se manifestaron contentos con su nueva experiencia y conscientes de que el hijo requiere mucha atención por parte de ellos. Están dispuestos a dedicarse a la familia, al menos tanto como sus mujeres. Sin embargo, casi el 60% dicen tener dificultades serias para conciliar hogar y trabajo, según otra encuesta anterior del Families and Work Institute (2008). Y lo más notables es que ese porcentaje es mayor que el de las mujeres, 42%. En 1997 era al revés: 35% de los hombres, 40% de las mujeres.
En la realidad hay mucha menos flexibilidad laboral por razones familiares para los padres que para las madres, y la diferencia se debe en parte a la mentalidad dominante. Así, las mujeres se plantean con naturalidad pedir excedencias o suspender la carrera profesional por algún tiempo para atender a los hijos pequeños; los hombres, en cambio, no. Cuando se reincorporan al trabajo tras la maternidad, las mujeres suelen pedir horario reducido o flexible, cosa que pocos hombres hacen cuando tienen un hijo.
Estos estudios fueron realizados en Estados Unidos, pero Guatemala no se aleja mucho de vivir una realidad semejante. No cabe duda que en Guatemala, cuando la mujer incursiona en el mercado laboral termina con una doble carga, pues en ella recae todo el peso del cuidado de la familia (ver Estudio Reseñas de las políticas públicas que afectan a la familia en Guatemala, pág. 15). En ocasiones porque la legislación del país o las políticas de las empresas no facilitan la conciliación trabajo-familia a los hombres; y en otros casos porque la mentalidad masculina aún no considera que tenga mayores obligaciones de colaborar en el cuidado de los hijos (adicional a la obligación de proveer los medios materiales).
Recientemente en FADEP, publicamos un artículo sobre la necesidad de políticas que concilien la maternidad con el trabajo de manera que ser madre no se convierta en un obstáculo para que la mujer desempeñe un trabajo remunerado. También es importante que las políticas se encaminen a conciliar el trabajo del padre con su papel dentro de la familia. Las empresas debe utilizar criterios de flexibilización de horarios y organización del trabajo.
Fuente: Aceprensa