El pasado 17 de octubre se presentó en el Hotel Camino Real un documento elaborado por el Instituto de Protección Social (IPS) que analiza las causas y efectos del problema de la migración. El documento afirma que “la niñez migrante no acompañada decide dejar su hogar debido a la pobreza y exclusión en que vive”, ocurriendo esto principalmente en los departamentos del occidente. Según los datos, el 53.7% vive en pobreza; pero en San Marcos, Huehuetenando y Quetzaltengango, este índice es mayor: 68.5%, 60.5% y 53.73%.
Otras causas mencionadas en la investigación, en orden de importancia según el estudio, son el desempleo, la reunificación familiar y la violencia.
Es importante considerar este flagelo que afecta a la sociedad desde la perspectiva de la familia, pues es la causa final del problema. El niño se siente excluido y sólo por no contar con una familia integrada que le de la acogida, el cuidado y amor que se merece. También esa misma desintegración intensifica la situación de pobreza a la que se enfrenta el niño porque está comprobado que las familias integradas tienen mejor situación económica. Cuando el jefe del hogar – el papá – ha emigrado se da una “feminización” de la pobreza pues las comunidades van perdiendo a los hombres trabajadores y las mujeres se van convirtiendo en cabezas del hogar, enfrentandose a situaciones de extrema pobreza.
La ONU ha elaborado un plan para frenar la migración de niños que incluye la protección consultar y repatriación, la atención psicosocial y la llamada al Ministerio de Desarrollo Social a atender las causas del problema. Si de verdad se quiere acabar con el problema la ONU y el Estado deberían apostarle a la familia: implementar programas que permitan a las familias florecer, que los padres tengan oportunidad de un trabajo digno para poder dar mejor nivel de vida a su familia.