En estos días de la cumbre de Copenhague se habla mucho del compromiso que debemos asumir para ‘salvar’ el planeta de los efectos causados por los gases de efecto invernadero. Se da por hecho que somos los seres humanos los causantes del daño a la ‘madre tierra’ y que debemos reparar. Ya no se trata solamente de talar menos bosques, cuidar el agua potable o buscar formas alternas de generación de energía. Se nos pide un sacrificio mayor: que dejemos de reproducirnos. A menos gente, se dice, menos ‘huellas’ de carbono.
Esta, precisamente, es la ideología que sustenta a la organización Optimum Population Trust, con sede en el Reino Unido. Esta organización ha diseñado la estrategia PopOffsets, que, en sus propias palabras,
es el primer proyecto en el mundo que, simple y transparentemente, permite a los individuos y organizaciones compensar sus emisiones de carbono mediante la financiación de la necesidad insatisfecha de planificación familiar y la eliminación de las múltiples barreras que afectan a las mujeres que desean tener familias más pequeñas.
En el sitio de PopOffsets uno puede calcular cuánto le costará compensar su huella de carbono durante un año si invierte en planificación familiar. La OPT ha calculado que cada 7 dólares dedicados a la planificación de la familia impedirán un nacimiento en un país en desarrollo. Como repite una y otra vez, “un ‘no-persona’ no puede producir CO2 (ni tampoco su falta de descendientes)”. Se estima que” cada 4 € dedicado a la planificación familiar ahorra una tonelada de CO2. Una reducción similar requiere la inversión de £8 en la plantación de árboles, £15 en la energía eólica, £31 en la energía solar y £56 en la tecnología de vehículos híbridos”.
Como informa Michael Cook (mercatornet.com), “la prevención de los nacimientos de los pobres (la mayoría de ellos en África) es básicamente el plan de OPT para el planeta —en lugar de ayudarles a crecer más ricos”.
Entre los fundadores y directores del Optimum Population Trust se encuentra Sir Richard Attenborough, famoso director de cine y ahora cruzado de la causa ecologista. Y no podía faltar Paul Ehrlich, el catastrofista creador del concepto de explosión demográfica.
Cook cita al Prof. Furedi, un humanista secular de ideología marxista, que reflexiona sobre esta nueva tendencia:
Lo que es realmente inquietante de esto, desde una perspectiva humanista, no es simplemente que haya una cruzada silenciosa contra la calidad única de la vida humana, sino la ausencia casi total del enojo sobre ello, la falta de cualquier reacción crítica contra . En los tiempos modernos, siempre han existido pequeñas camarillas de maltusianos (…). Afortunadamente, estas personas tienden a ser relegados a los márgenes de la sociedad. Pero ya no más.
¿Por qué es que hoy el suministro de anticonceptivos puede ser promovido como una manera sensata de reducir las emisiones de carbono? ¿Cómo explicar el silencio de los movimientos religiosos cuya teología todavía mantiene el carácter único de la vida humana? ¿Y por qué muestran tan poco interés ciertos eminentes humanistas en la lucha contra este desafío maltusiano, letal para algunos de los ideales más importantes que surgieron durante el Renacimiento y posteriormente desarrollados a través de la Ilustración?