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La mujer y las tareas “no remuneradas”

Ante los diferentes cambios demográficos y sociales que experimentan varios países, como el envejecimiento poblacional y la mayor incursión de la mujer en el mundo laboral, suele tratarse el tema de las tareas del hogar y el hecho que tradicionalmente la mujer es quien más se encarga de ellas.

Específicamente en México, de acuerdo con estudios recientes  del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, las mujeres realizan el 79.5% por ciento de tareas domésticas (cuidado de niños y personas mayores) no remuneradas.  Es totalmente cierto que el hombre debe colaborar en las tareas del hogar y la mujer tiene que tener la posibilidad de desarrollarse en el ámbito que desee… sin embargo, la meta no puede ser buscar un 50-50 en la realización de las tareas domésticas.  Un artículo, por ejemplo, se titula “Obligatoria la distribución equitativa de las labores de cuidado”, afirmando que  se debe impulsar que “la eliminación de la desigualdad en la distribución del trabajo del hogar formen parte de la agenda política”.

Es evidente que el hombre y la mujer son iguales en dignidad, pero a la vez son distintos y complementarios, y por ello la mujer suele tener más habilidad para las tareas del hogar.  Además, si en la política o en el área empresarial no hay el mismo porcentaje de hombres y mujeres trabajando realmente es indiferente.  Los puestos en el gobierno y en las empresas deben ser para la persona que mejor cumpla los requisitos del puesto y que mejor este capacitada para desempeñar esa labor, sin importar si es hombre o si es mujer.  Esto último es realmente igualdad de género,  o sea tratar a hombres y mujeres por igual… porque si se establece que determinado número de lugares están reservados para las mujeres (solo para tener representatividad) pareciera como si la mujer no puede ganarse por sí sola esos espacios y por ello necesita un trato especial.  Verdaderamente muchas veces las iniciativas de las feministas de “igualdad de género” son las que hacen parecer que la mujer  es menos capaz que el hombre.

En FADEP estamos convencidos que hombre y mujer comparten la misma dignidad y por lo tanto tienen los mismos derechos.  Sin embargo, cada uno es libre de dedicarse a las tareas que decida y no se necesita ningún trato especial.   Lo único que debe hacerse es:

 

  •  Propiciar la conciliación trabajo-familia, algo que la tecnología hace cada vez más fácil, para que la mujer que lo desee pueda desarrollarse profesionalmente sin descuidar su vida de hogar (vale la pena mencionar que muchas mujeres son sumamente felices dedicándose exclusivamente a las tareas domésticas)

 

  •  Que el hombre tome conciencia de la importancia de las labores que realiza la mujer y que también colabore en el hogar, sin buscar necesariamente una división al 50%, sobre todo si la mujer también trabaja fuera de casa.

 

En resumen, es necesario hacer ver la importancia de las tareas domésticas para que la población entera agradezca el trabajo que todas esas mujeres realizan.  Pues es precisamente en esas tareas domésticas donde la familia se desarrolla y donde la mujer va forjando el futuro de una sociedad.