Los indicadores de natalidad son un factor determinante en el contexto demográfico de una sociedad y en su sostenibilidad. Una población debe asegurar su continuidad y el reemplazo a futuro de las generaciones actuales mediante un número suficiente de nacimientos, a ello infiere el índice de reemplazo generacional. Sin embargo, la natalidad es un factor sumamente cambiante y determinado por diferentes condiciones sociales, económicas y coyunturales.
La pandemia mundial por COVID-19 ha situado a la población mundial entera en un escenario determinado por la incertidumbre en todos los aspectos de la vida cotidiana. La inestabilidad económica, vulnerabilidad laboral, crisis sanitaria y las secuelas sociales derivadas de las medidas de confinamiento han generado la intensificación del declive en la natalidad, una tendencia demográfica presente en todo el mundo hace ya varias décadas.
En los primeros meses del 2020, cuando nos encontrábamos en la etapa más álgida de la pandemia mundial y se establecían las medidas más restrictivas de confinamiento, se preveía un “baby boom” , es decir, un aumento en los índices de natalidad derivado del mayor tiempo compartido en los hogares. Sin embargo, más de un año después, las cifras registradas y un reciente estudio realizado por la Universidad de Bocconi, demuestran que, por el contrario, los nacimientos se redujeron aún más, especialmente en países de altos ingresos.
El estudio se enfoca en la relación entre la pandemia mundial por COVID-19 y los índices de natalidad registrados en 22 países de altos ingresos, incluyendo Estados Unidos, Japón, Israel y varios países europeos. Tomando en cuenta que la Organización Mundial de la Salud declaró como emergencia de salud pública los contagios masivos del virus COVID-19 en febrero en 2020, se analizaron las tasas de natalidad a partir de noviembre del 2020, es decir 9 meses después. Las mismas demuestran un mayor descenso en la natalidad comparándolas con la misma temporalidad del 2019: Los nacimientos se redujeron en un 7.1% en Estados Unidos, 8.4% en España, 9.1% en Italia, etc.
Las conclusiones obtenidas del estudio mencionado, también mostraron un leve incremento en los índices de natalidad en 9 de los 22 países analizados incluyendo Alemania, Suiza, Corea del Sur, etc. no obstante, el alza no es significativa en ninguno de los casos y podría deberse a tendencias específicas de cada país. Tal es el caso de Finlandia, en donde la natalidad mostraba un aumento desde el 2019 y continuó con esta tendencia creciente aún durante la pandemia mundial; la tasa de fertilidad aumentó de 1.35 hijos por mujer en 2019 a 1.37 en el 2020. Sin embargo, la cifra de nacimientos permanece siendo preocupantemente escasa, encontrándose aún por debajo del índice de reemplazo generacional.
En el caso de Guatemala, solicitamos datos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) para continuar con la metodología comparativa del estudio anterior. Las cifras demuestran una reducción del 8.80% al comparar los nacimientos registrados en diciembre del 2019 y los de diciembre del 2020, tomando en cuenta que las medidas restrictivas comenzaron en Guatemala en marzo del 2020. Al comparar las cifras correspondientes a los meses de enero del 2020 y del 2021 también se obtiene una reducción de 4.30%; y de 2.83% entre ambos meses de febrero. La siguiente gráfica muestra como en el año 2019 se tenía una tendencia creciente en el numero de nacimientos (aunque a una menor tasa que años anteriores por la disminución de la tasa de fertilidad) pero a partir del 2020 la tendencia se frena.
La natalidad en Guatemala ha decrecido paulatinamente, aunque de manera menos acelerada que otros países. Según datos del Banco Mundial, la tasa de fertilidad del país en 2010 era de 3.38 hijos por mujer, para el 2019 disminuyó a 2.82 hijos por mujer y para el 2020, tomando en cuenta el reciente declive de nacimientos, la cifra actual es de 2.70 hijos por mujer.
La tendencia actual, sin embargo, no es una novedad en la historia de la humanidad, los escasos datos registrados durante la pandemia mundial de gripe española ocurrida entre 1918 y 1919 también muestran una significativa reducción de la natalidad en todas las regiones del mundo; en Estados Unidos, por ejemplo, los nacimientos se redujeron en un 13%.
La demografía plantea un desafío mundial por las actuales tendencias de reducción de nacimientos y envejecimiento poblacional; el decrecimiento aún mayor de la natalidad como consecuencia de la pandemia mundial muestra la inminente necesidad de asegurar la sostenibilidad poblacional. El fortalecimiento de las estructuras familiares es una medida indispensable para fomentar el incremento de la natalidad, así como asegurar en la sociedad las condiciones óptimas para la tenencia de hijos. Es importante lograr que las generaciones jóvenes redescubran la maravilla de la familia y la felicidad que conlleva el tener hijos.