En esta oportunidad ponemos a su disposición un estudio realizado por el Área de Derecho de The Family Watch, el cual tiene por objeto analizar cómo las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) afectan al derecho de intimidad personal y familiar. Además se analiza de qué manera la regulación está ayudando a que ese derecho se cumpla o no.
Hace algunos años eran muy pocos quienes veían violado su derecho a la intimidad personal o familiar. Eran quizá solo los famosos quienes vean amenazada su intimidad por los paparazzis o por sus fans. Hoy, sin embargo, prácticamente cualquier persona está en riesgo de que que su derecho a la intimidad se vea violentado, esto a través de las nuevas tecnologías, medios de comunicación y redes sociales. Realidad que adquiere un mayor agravante cuando se trata de la intimidad de los menores de edad.
El estudio afirma que es un hecho que toda la nueva tecnología, que inicialmente surgió como medio de información y comunicación, ha producido fuertes cambios en los modelos de comunicación convencionales y en las relaciones humanas. Este cambio es más perceptible en las nuevas generaciones, pues los niños y jóvenes de hoy “han crecido de la mano de las TICs y se desenvuelven con total soltura en el espacio virtual.”. Así pues, de la mano de todos los beneficios que estos avances tecnológicos han ocasionado, también se ha visto afectada la estabilidad, la seguridad y el amparo que tanto el adulto como el menor de edad necesitan para un desenvolvimiento equilibrado en su vida privada personal, familiar y social.
El análisis se refiere a España, que después del Reino Unido, es el país que más utiliza las redes sociales. El 92% de los menores usa las redes sociales para charlar con sus amigos. Pero sólo dos tercios de los padres de estos menores saben que sus hijos participan en esas redes sociales. Por lo que casi el 40% de los pa- dres las desconocen. Y apenas llegan al 20% los padres que conocen los contenidos que suben sus hijos menores de edad a la Red, quedando expuestos a todo un universo digital, no sólo la intimidad de su hijo menor sino también, y en muchas ocasiones, la intimidad de la familia y de su entorno.
Se concluye que el “derecho a la intimidad” puede ser vulnerado con mayor facilidad en el espacio virtual. “Desde la perspectiva del ciberdelincuente, llama la atención la sensación de anonimato al pensar que “nadie sabrá que fui yo”, o de impunidad razonando que “mucha gente hace cosas así y no les pasa nada”, o “no me van a pillar”, etcétera. Pensemos, además, la facilidad que tiene este usuario para crear, transmitir y publicar contenidos, la falta de supervisión específica de las redes sociales, o la rápida expansión de estos ilícitos de polo a polo en todo el mundo, cuyos indicios pueden haber desaparecido cuando se intentan tomar medidas contra él.”
En este sentido, es muy importante que los padres estén enterados de las nuevas tecnologías y que sepan educar la libertad de sus hijos para que no se expongan ni se pongan en riesgo con el uso de las redes sociales. Por otro lado, si todo conjunto de actividades precisa una regulación, es evidente que el internet y todo lo que ello conlleva también necesita ser regulado y actualmente las legislaciones avanzan muy lentamente en esta dirección, lo que hace también muy difícil la respuesta jurídica que pueda darse a las operaciones en Internet.
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