.

Lecciones del invierno demográfico europeo para Guatemala

Lecciones del invierno demográfico europeo para Guatemala 

El República Summit 2025, dedicado a mujeres bajo el título “Libertad que transforma: Mujer, empresa y familia”, se llevó a cabo el 29 de octubre, en la ciudad de Guatemala. Este encuentro reunió a líderes de opinión, tomadores de decisión, académicos y empresarios comprometidos con el fortalecimiento de las mujeres y los valores que sostienen la libertad y el desarrollo en una sociedad.

Uno de los mensajes más contundentes fue el del speaker español Alejandro Macarrón, coordinador del Observatorio Demográfico CEU-CEFAS. Su presentación, titulada “Cuando el futuro envejece… pero todavía no en Guatemala”, ofreció una mirada profunda y urgente sobre el bono demográfico y el riesgo de que Occidente, y específicamente Europa, se apague por falta de hijos.

Macarrón lanzó una advertencia clara y urgente: Guatemala no debe repetir el modelo europeo de baja natalidad y desestructuración familiar, si quiere asegurar su futuro y conservar su vitalidad social, económica y cultural. En España, el promedio de hijos por mujer cayó a 1.12 en 2023, y desde 2011 el país ha perdido 1.8 millones de españoles autóctonos porque mueren más personas de las que nacen. Además, uno de cada cuatro españoles ya tiene 65 años o más, lo que provoca un envejecimiento sin precedentes en la historia moderna.

 

Gráfica propia de FADEP, con base en los datos de World Population Prospects 2024 (ONU)

Frente a ese panorama, Guatemala todavía tiene margen para mantener su bono demográfico. Su población es joven, su fecundidad ronda los 1.9 hijos por mujer (2024) y su esperanza de vida ha subido de 41.6 años en 1950 a 73.7 años en 2023, un logro social enorme. Sin embargo, el país comienza a mostrar signos del mismo proceso, pues los hogares se reducen (de 5.5 personas en 2002 a 4.5 en 2018) y la tasa de matrimonios desciende mientras aumenta el divorcio.

Macarrón advirtió que, si Guatemala no refuerza su cultura a favor de la familia y su tasade  natalidad, corre el riesgo de volverse “un país viejo antes de haber llegado a ser próspero”. Los próximos treinta años, es decir su bono demográfico, serán decisivos para definir si logra consolidar su desarrollo o cae en la trampa del envejecimiento prematuro.

La siguiente gráfica demuestra el crecimiento vegetativo, es decir, los nacimientos menos las muertes, por cada mil habitantes. Dicha gráfica compara el crecimiento vegetativo de España, Guatemala y el promedio mundial.

Cada año desde el 2018 nacen menos niños, cae la fecundidad y el número de muertes tiende a aumentar. Por lo que cada año hay más ancianos.

El expositor fue enfático al decir que la natalidad no se recupera solo con políticas públicas o incentivos económicos, sino con un cambio cultural profundo. Las sociedades que más hijos tienen son aquellas donde el matrimonio, la fe y la estabilidad familiar conservan prestigio.

Un ejemplo elocuente es Israel, donde las mujeres ultraortodoxas tienen 6.5 hijos, las ortodoxas 4.3, las creyentes moderadas 2.6, y las seculares 2.1. Macarrón citó este caso para demostrar que a mayor religiosidad y estabilidad familiar, mayor fecundidad.

La conclusión es clara, las familias sólidas son el motor de la natalidad. El divorcio masivo, la postergación de la maternidad y la pérdida de ideales familiares han llevado a Europa al invierno demográfico. Si Guatemala preserva su aprecio por la familia estable, puede ser una excepción esperanzadora dentro de un Occidente en declive.

Macarrón insistió en algo que hoy pocos se atreven a decir: una nación que deja de tener hijos renuncia a su futuro. Ninguna política económica, tecnológica o ambiental puede compensar la falta de personas. Cuando los países envejecen, pierden fuerza laboral, creatividad, emprendimiento y hasta peso geopolítico.

“Europa está desapareciendo, no por guerras, sino porque sus ciudadanos dejaron de tener hijos.”- Alejandro Macarrón.

El conferencista Alejandro Macarrón invitó a Guatemala a aprovechar los próximos treinta años de bono demográfico para fortalecer la economía, mejorar la educación y, sobre todo, promover la familia estable y la natalidad. No se trata solo de números, sino de valores: que los jóvenes vuelvan a ver en el matrimonio y en la paternidad un ideal noble, fuente de alegría y sentido.

Es imperativo comprender que tener hijos no es una carga, sino una inversión en el porvenir. Las naciones que entienden eso florecen; las que lo olvidan, mueren lentamente. Macarrón concluyó afirmando que todavía estamos a tiempo en Guatemala. Aún podemos elegir la vida y reafirmar que nuestra mayor riqueza no está en los minerales ni en los mercados, sino en nuestras familias y en nuestros hijos, los únicos capaces de asegurar que el futuro no envejezca antes de llegar.