El envejecimiento de la población es una de las tendencias más significativas en el siglo XXI. Tiene repercusiones importantes y de nivel mundial, cada segundo dos personas cumplen 60 años, es decir, el total anual es de casi 58 millones de personas que llegan a los 60 años. Dado que actualmente una de cada nueve personas tiene 60 o más años de edad, y las proyecciones indican que la proporción será una de cada cinco personas hacia 2050, el envejecimiento de la población es un fenómeno que ya no puede ser ignorado.
Así inicia el estudio recientemente publicado por diversas entidades de Naciones Unidas enfocadas en el tema del envejecimiento poblacional. El informe denominado: Envejecimiento en el Siglo XXI: una celebración y un desafío muestra que se han logrado importantes progresos realizados por muchos países en la adopción de nuevas políticas, estrategias, planes y leyes sobre el envejecimiento, pero queda aún mucho por hacer para poderlo aplicar en muchos otros países que ya este enfrentando una mayoría de población envejecida.
El informe presenta diversas acciones prioritarias a fin de maximizar las oportunidades de las poblaciones en proceso de envejecimiento, entre ellas mencionamos las siguientes:
1. Reconocer que el envejecimiento de la población es inevitable y que es necesario preparar adecuadamente a todos los interesados directos (gobiernos, entidades de la sociedad civil y del sector privado, comunidades y familias) para el creciente número de personas de la tercera edad. Esto debería realizarse fortaleciendo la comprensión y las capacidades nacionales y locales y estableciendo las reformas políticas, económicas y sociales que se necesitan a fin de adaptar las sociedades a un mundo en proceso de envejecimiento
2. Asegurar que las personas de mayor edad puedan vivir en condiciones de dignidad y seguridad, disfrutando del acceso a servicios sociales y de salud esenciales y que puedan disponer de un ingreso mínimo mediante el establecimiento de medidas mínimas de protección social y otras inversiones sociales que prolonguen su autonomía e independencia, prevengan el empobrecimiento en la vejez y contribuyan a un envejecimiento en condiciones más saludables. Esas acciones deben basarse en una visión a largo plazo y deben apoyarse en un firme compromiso político y un presupuesto asegurado que prevenga efectos negativos en tiempos de crisis o de cambios gubernamentales.
3. Ayudar a las comunidades y a las familias a establecer sistemas de apoyo que aseguren que las personas mayores frágiles reciban la atención necesaria, promoviendo un envejecimiento activo y en condiciones saludables a nivel local.
4. Efectuar inversiones en los jóvenes de hoy, promoviendo los hábitos saludables y ofreciendo oportunidades de educación y empleo, acceso a servicios de salud y cobertura de seguridad social a todos los trabajadores, como la mejor inversión para mejorar las vidas de futuras generaciones de personas mayores. Es preciso promover el empleo flexible, el aprendizaje permanente a lo largo de toda la vida y las oportunidades de actualizar la capacitación, de modo de facilitar la integración en el mercado laboral de las actuales generaciones de personas de edad.
5. Apoyar esfuerzos internacionales y nacionales encaminados a efectuar investigaciones comparativas sobre el envejecimiento y asegurar que los datos y evidencias estén disponibles para basar en ellos la formulación de políticas.
Este informe es muy alentador para aquellos países que ya enfrentan el envejecimiento de su población, pues las entidades internacionales ya no lo ven como un tema aislado sino como un problema real y ya están comenzando a buscar las soluciones para enfrentar las consecuencias negativas que ello puede contraer para la sociedad. Sin embargo, es importante profundizar en las causas de esta problemática para cortar el problema de raíz. Haciendo esto, se encontrará que es importante la revalorización del matrimonio y la familia unida, como núcleo para una sociedad estable.