El 21 de diciembre de 2009 la Asamblea Legislativa del Distrito Federal de México aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, y posteriormente publicó la ley el 29 de diciembre. Entrará en vigor 45 días después, es decir, en marzo de 2010. La Ley de Sociedades de Convivencia ha sido legal en la ciudad desde 2006, otorgando ciertos derechos equiparables al matrimonio.
Con esta acción, la ciudad de México se convirtió en la decimocuarta jurisdicción del mundo que legaliza los matrimonios homosexuales (tras los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia y seis estados de EEUU), y la primera de América Latina.
Actualmente se preparan para presentar recursos de inconstitucionalidad, aunque los promotores de la ley buscan demostrar (erróneamente) que las reformas aprobadas no destruyen la familia (leer mas). Solamente el hecho de querer llamar a una unión homosexual matrimonio y afirmar que de ahi puede salir una familia, atenta contra la definición misma de matrimonio y familia.
El proyecto de ley cambia la definición de matrimonio del Código Civil de la ciudad, de “la unión libre entre un hombre y una mujer” a “la unión libre entre dos personas”. La ley permitirá a las parejas del mismo sexo adoptar a menores, solicitar créditos bancarios en conjunto, heredar bienes y ser incluidas en las pólizas de seguro de la pareja, entre otros derechos que previamente no se recogían en las uniones civiles de la ciudad
Definitivamente debe rechazarse cualquier tipo de discriminación pero no se puede equiparar una unión homosexual al matrimonio, que debe ser siempre entre un hombre y una mujer. La sociedad no se divide en homosexuales y heterosexuales, sino se divide en hombres y mujeres, que, según se ha comprobado, se complementan entre sí.
En la mayoría de países el Código Civil prohíbe el matrimonio, no solo entre personas del mismo sexo, sino también de personas que no han alcanzado determinada edad o que poseen entre sí ciertos lazos de consanguinidad. ¿Es esto discriminación? Ciertamente no. Estas limitaciones existen porque el matrimonio está orientado a la descendencia y un niño criado en un ambiente con dos padres o dos madres tendrá problemas para el desarrollo de su personalidad y adaptación social.
Sociológicamente, se ha demostrado que la unión homosexual no es igual al matrimonio. Como se afirma en la Revista Arbil No. 87, las uniones homosexuales son bastante más inestables:
“las estadísticas disponibles, en este punto, son muy reveladoras. Así, de un estudio desarrollado en USA, resulta que el 28% de los homosexuales estudiados habían tenido 1.000 o más compañeros; el 15 % entre 100 y 249; el 9 % entre 50 y 99… hasta llegar a un solo compañero, situación en que se reconocían solo tres de los casi seiscientos homosexuales estudiados. Desde otro punto de vista: el 9% no había tenido una relación duradera, el 17% había tenido una, el 16 %, dos, el 20%, tres, el 13 %, cuatro, el 16 %, entre 6 y 87… Un dato más, muy significativo, sobre este estudio: de entre los estudiados, más de la mitad tenían menos de 35 años.”
“El altísimo grado de inestabilidad de las uniones homosexuales, explica la resistencia a institucionalizar su relación, ya sea como pareja de hecho, ya como matrimonio. En efecto, tanto el matrimonio como las uniones homosexuales registradas con efectos idénticos al matrimonio, tienen escaso éxito entre la población homosexual: así, en Suecia entre 1993 y 2001 hubo 190.000 matrimonios por 1.293 parejas homosexuales registradas (el 0’67%); y en Noruega 280.000 matrimonios por 1.526 parejas homosexuales registradas (el 0’54%).”
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