“A lo largo de la historia latinoamericana, los procesos migratorios han determinado de manera decisiva el desarrollo y la formación del territorio. Como lo explica Wehr (2006: 9), esta región ha sido receptora de significativas olas de inmigrantes europeos y se convirtió durante el siglo XX en una zona expulsora de emigrantes principalmente masculina. La industrialización, la inaccesibilidad a la tierra, el desempleo, los conflictos armados y las dictaduras son algunas de las razones que han motivado este movimiento. Desde algunos años el tema migratorio y sus consecuencias se enfatizan a menudo en los medios de comunicación. Reconocidos académicos han estudiado los efectos luego del aumento de latinoamericanos en los países que se han convertido en receptores. Se investiga los cambios de identidad, sociales, políticos y económicos de las comunidades latinas residentes, en su mayoría, en los Estados Unidos. Se puede observar que estos estudios demuestran las transformaciones tanto para los emigrantes en general en su nuevo país de residencia, como los cambios sociales y lo que aportan a su nuevo entorno, pero ¿cuáles son los cambios para los que se quedan? Se ha estudiado por un largo período la incidencia de las remesas para las familias beneficiadas, sin embargo, ¿cuáles son las modificaciones sociales que padecen la familia del emigrante al perder su integrante masculino?, ¿cuál es el nuevo rol de la mujer en esta familia transnacional?” – Véronique Landry, Migración y Cambios Sociales en Guatemala: Familia transnacional y mujer, Revista Sociedad & Equidad.
Guatemala es el país con más flujo de emigrantes de Centroamérica, especialmente hacia Estados Unidos. Esto se debe a varios factores: su posición geográfica, baja generación de empleo, alta tasa de violencia y delincuencia, inestabilidad política, catástrofes naturales, entre otros. En su mayoría, son emigrantes masculinos. Se estima que cada año entre 6.000 y 12.000 guatemaltecos cruzan la frontera a través de México con destino a los Estados Unidos (Smith, 2006: 74).
A lo largo de la historia del país han habido distintas tendencias migratorias (trabajadores agrícolas, campo-ciudad, guerra civil); en la actualidad la mayoría de los emigrantes son varones que se encuentran en una edad donde comienzan a desarrollar una alta actividad económica (Galeano, 2006: 28). El 70% de los que se marchan hacia el extranjero están en la franja de edad de los 15-29 años. Asimismo, los niveles educativos son bastante bajos con un 53.8% de los emigrantes con un nivel primario -completo o incompleto-. Según la Organización Internacional de las Migraciones (2003: 28), 51.0% son hijos de jefes de hogares y 17% son esposos, lo cual tiene una repercusión fundamental en la familia guatemalteca que se queda atrás.
Por tanto, la familia sufre grandes transformaciones a raíz del tema migratorio. Los cambios suelen ser ambiguos y contradictorios: pueden llevar a la desintegración de la familia, el aumento de la vulnerabilidad o el empoderamiento de la mujer, nuevos roles para ella, y el posible aumento de la participación femenina en organizaciones locales y en liderazgo.
El ensayo de Véronique Landry, “Migracion y Cambios Sociales en Guatemala”, publicado en Revista Sociedad & Equidad aborda esta temática y explica los antecedentes históricos que han surgido en torno a esta, así como las diferentes consecuencias sociales que repercuten en la sociedad.