Una investigación publicada en el mes de agosto en la prestigiosa revista científica Nature, pone de manifiesto de forma incontrovertible que hay una relación entre desarrollo humano y fecundidad. El estudio, realizado por tres demógrafos de la Universidad de Pensilvania y de Bocconi en Milán, afirma que en el siglo XXI ha ocurrido un cambio fundamental en la correlación negativa entre fecundidad y desarrollo ya que la tendencia que antes se observaba se está revirtiendo.
En los países con ingresos bajos o intermedios, la cantidad promedio de nacimientos por mujer decrece a medida que avanza el Indice de Desarrollo Humano (IDH). Cuando el índice no supera 0.85, como es el caso de 130 países de 177, según el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU de 2007-2008, la fecundidad baja siempre a medida que el desarrollo progresa, constataron los autores del estudio. Sin embargo, desde hace unos años, “en niveles de desarrollo humano avanzados, un desarrollo adicional puede revertir la tendencia de disminución de la fecundidad”, afirman los investigadores.
La tasa de fecundidad de los cuatro países más avanzados (Australia, Noruega, Islandia e Irlanda), fue en 2005 de 1.89 nacimientos por mujer, contra sólo 1.24 para aquellos países en donde el índice de desarrollo humano está entre 0.9 y 0.92 (por ejemplo Grecia, Alemania o Corea del Sur).
“Los gobiernos pueden responder al declive de la fecundidad poniendo en práctica una política que mejore la igualdad entre los sexos y la compatibilidad entre el éxito económico y profesional y la vida de familia”, comentan los investigadores.
A la inversa, la desigualdad entre hombres y mujeres y el desequilibrio en favor del trabajo, constatado por ejemplo en Japón y en Corea del Sur (1.26 y 1.08 nacimientos por mujer respectivamente en 2005) explicarían la muy baja tasa de fecundidad en esos países.
El estudio recuerda que la creencia empírica de la relación negativa entre fecundidad y desarrollo es precisamente lo que ha causado que más de la mitad de la población mundial viva ahora en regiones cuyas tasas de fertilidad están por debajo de la tasa de reemplazo (2.1 hijos por mujer).