En artículos anteriores, en FADEP hemos hablado sobre los preservativos y la influencia negativa de la promoción del “sexo seguro” en los jóvenes. Constantemente se bombardea a los jóvenes con temas sexuales, hablándoles sobre la protección en la relaciones sexuales. Cómo si lo fundamental para disfrutar “plenamente” de la sexualidad es saber cómo evitar enfermedades y embarazos no deseados.
La promoción del “sexo seguro” implica la distribución de preservativos y anticonceptivos para prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Lo que ahora cabe preguntarse es, si realmente, esta forma de “educar” ha sido la solución.
En Guatemala, catalogado como un país en vías de desarrollo, se dice que cada uno de cinco niños que nacen son de madres adolescentes. Y el gobierno no encuentra otro medio para resolver este problema que la distribución de preservativos (Guatemala: repartiran presrvativos a jóvenes).
Sin embargo, lo único que se ha logrado con ello es alentar la actividad sexual en los jóvenes y acelerar el inicio de las relaciones sexuales en los adolescentes. En Guatemala, un 13% de jóvenes reportó haber tenido su primera relación sexual a los 12 años. Y el 58.3% entre los 15 y los 18 años (ENJU 2011).
Con este tipo de políticas se considera al joven como incapaz de dominar sus impulsos, y entonces hay que darles un preservativo para que no se contagien y no resulten esperando un hijo.
En Estados Unidos, un país desarrollado, y en donde éstas políticas llevan años siendo implementadas, el Centro para el Control de Enfermedades demostró que en lugar de bombardear a los adolescentes con información sobre cómo protegerse cuando se tienen relaciones sexuales, se debe hablar más de abstinencia y queda demostrado que promover este comportamiento ha sido efectivo durante los últimos años.
La agenda que promueve la políticas sobre educación sexual muchas veces no refleja lo que los padres desean transmitir a sus hijos y los jóvenes se ven obligados a que se les imparta una cultura sexual alejada de valores y el fomento de la abstinencia, promoviendo únicamente el uso del condón como solución a todo o en su defecto los anticonceptivos y en muchos caso incluso el aborto.
En los animales la sexualidad se limita al instinto y a la reproducción, pero en el ser humano la sexualidad va mucho más allá. Y allí esta la razón de porqué estos programas políticos fracasan al no querer tratarnos como seres humanos.
Las personas tenemos algo que los animales no tienen: el amor, involucrando a toda la persona humana en su dimensión sensual, afectiva y racional; y la sexualidad humana abarca todo ello.