Desde hace unos años la situación demográfica de Portugal empeora. La tasa de fecundidad para el 2013 era de 1.21 hijos por mujer según las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estatística portugués. En total, Portugal perdió casi 60.000 habitantes el año pasado: La población se estima en 10.42 millones, cerca de 150.000 menos que en 2009, último año en que aumentó.
Preocupado por el declive y el envejecimiento de la población –con más del 20% por encima de los 65 años–, el gobierno de Pedro Passos Coelho creó en febrero una comisión para estudiar las posibles soluciones a la crisis demográfica. Las conclusiones del grupo de trabajo, que se han hecho públicas recientemente, proponen una política a favor de la natalidad e incluyen casi treinta medidas.
El informe de los expertos, titulado Por un Portugal amigo de los niños, de la familia y de la natalidad (2015-2035), comienza reconociendo que las instituciones públicas no han prestado suficiente atención a la promoción de la natalidad y por ello buscan revalorizar el papel de la familia y concienciar a la población de que “todo hijo es un regalo”.
Se recomienda mejorar el tratamiento fiscal de las familias proponiendo reducciones por hijo en la base del impuesto de la renta: del 1.5% por el primer hijo y del 2% por los sucesivos. Además propone una interesante medida referida a los abuelos tomando en cuenta que son quienes con mayor frecuencia asumen el cuidado de los niños.
Pese a la importancia de las sugerencias de tipo fiscal, la mejora de la situación económica de la familia pasaría, como indica el informe, por mitigar algunos gastos.
En relación con la situación laboral de las madres, se plantea que estas puedan acogerse, después de la baja por maternidad, a un horario de media jornada, pero recibiendo también en ese periodo su sueldo íntegro. Además, con el fin de evitar que los progenitores sean discriminados en el ámbito laboral, aconseja eximir del pago de las prestaciones sociales a aquellas empresas que contraten a mujeres embarazadas o a padres o madres con hijos menores de tres años a su cargo.
Otras propuestas van dirigidas a garantizar el equilibro entre las obligaciones familiares y las exigencias laborales. La ampliación de horarios en las guarderías, la flexibilización de la jornada de trabajo o el aumento de la oferta extraescolar, especialmente durante los periodos no lectivos, son algunas de las soluciones estudiadas en el informe.
En general en el informe destaca el deseo por lograr una cultura social a favor de la familia. Lo importante, en cualquier caso, es que reclama tanto al sector público como al privado una mayor implicación en la mejora de las condiciones sociales y económicas de la familia, para formar una nueva “cultura comunitaria” que prestigie el entorno familiar y la natalidad. En este sentido, creen que sería útil crear un certificado de “amigo de la familia y los niños” para destacar el compromiso de las empresas y las instituciones.
Todas estas medidas son sin duda buenas iniciativas en el sentido que ponen a la persona y a la familia como prioridad. Sin embargo, hacen ver lo complejo del invierno demográfico pues suponen cargas adicionales al Estado y a la iniciativa privada al no ser siempre sostenibles. Es importante notar que, si bien podrían mostrar resultados positivos, estos se verán únicamente a largo plazo: los primeros síntomas de recuperación no serán visibles hasta dentro de veinte años, -indica el informe-. Es importante que los países que aún están a tiempo eviten llegar a esa situación logrando que desde ya todas sus instituciones reconozcan y promocionen la familia y la natalidad, asegurando a los niños las oportunidades de salud y educación para tener un buen desarrollo.
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Fuente: Aceprensa