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Predicciones demográficas de Naciones Unidas no tienen fundamento

La últimas predicciones mundiales sobre población publicadas por Naciones Unidas a principios de mayo de 2011, sostienen que para a finales de este siglo, el mundo  alcanzará 10,100 millones de habitantes, una cifra muy alta si se tienen en cuenta las tendencias demográficas actuales. En un artículo publicado el 11 de mayo en Nature, el periodista inglés Fred Pearce, especialista en temas de desarrollo, sostiene que los datos reales contradicen las estimaciones y que éstas responden más bien a una opción política, que a un análisis científico.

Según el cientifico, a diferencia de otras revisiones, en la actual, la estimación se realiza a más de 50 años y es significativamente más alta que la anterior, que preveía un máximo de 9.150 millones hacia mitad de siglo. Ahora para 2050 se prevén 9.300 millones sin disminución posterior. Entonces,  si en “la actualidad las tasas de fecundidad son ligeramente más bajas que las establecidas en las anteriores estimaciones”, la pregunta es ¿por qué “se proyectan ahora tasas de crecimiento significativamente más altas que hace dos años”?

El informe aun no se ha hecho público, pero Naciones Unidas avanzo en comentar algunos datos. Ante la respuesta de Fred Pearce, la ONU ha argumentado que los datos reflejan “una revisión al alza de las previsiones de fecundidad”. Sin embargo, como se encarga de recordar este científico, esa revisión no tiene en cuenta que las tasas están bajando rápidamente.

La diferencia entre las estimaciones anteriores y la actual responde, según el autor, a una decisión que no está basada en pruebas empíricas. En este sentido, hay que tener en cuenta que en las proyecciones demográficas a largo plazo se utiliza una variante media convergente. “Durante muchos años –explica Pearce– los demógrafos creían que la fecundidad mundial se dirigía inexorablemente a la tasa de reemplazo de los países desarrollados (2,1 hijos por mujer)”.Sin embargo, las tasas de fertilidad en los últimos treinta años han caído en gran parte del mundo, sobre todo en los países desarrollados, lo que ha obligado a modificar el valor de la media utilizada.

Como indica Pearce, la división de la ONU encargada de los análisis demográficos decidió en 2003 que la variante media debería situarse en 1,85. “Se trataba de un compromiso –cuenta Pearce–. Algunos argumentaban a favor de mantener el 1,6, mientras que otros querían conservar el 2,1. Este último grupo pensaba que una estimación a la baja enviaría el ‘mensaje equivocado’ de que ya no teníamos que preocuparnos por el aumento de la población”.

Así, mientras en las últimas revisiones demográficas se utilizó una variante media convergente de 1,85, para la proyección demográfica de 2011 la ONU ha vuelto al 2,1. Según esto, se prevé “que en los países con tasas de fecundidad más altas, éstas se reducirán hasta el 2,1, no menos, mientras que los que tienen niveles más bajos aumentarán su nivel hasta llegar al de reemplazo”.

Para Pearce, sin embargo, no existe ningún dato empírico que justifique el cambio de valor de la variable. Pese a ello, la ONU insiste en que sus nuevas previsiones son más verosímiles, ya que se ha optado por un enfoque “más probabilístico”. El análisis se basa en la idea de que a largo plazo las tasas de fecundidad alcanzarán el nivel de reemplazo, pero como las tendencias demográficas impugnan esta suposición, Pearce concluye que se trata de una decisión política.

Pero ¿por qué resultan tan relevantes en términos políticos estas estimaciones? “Los planes para hacer frente a una colección cada vez mayor de problemas mundiales –en concreto, el cambio climático y la política alimentaria– se basan en las proyecciones demográficas que realiza la ONU”. Y si, teniendo en cuenta los datos anteriores, los expertos dudaban de la posibilidad de alimentar a 9.000 millones de personas, las dudas ahora se multiplicarán. La existencia de una posible bomba demográfica justificaría en último término algunas políticas antinatalistas.

La realidad, sin embargo, ofrece un aspecto diferente, según Pearce, para quien la bomba demográfica está completamente desactivada a juzgar por las tasas de fecundidad. “Las mujeres de hoy tienen la mitad de hijos que sus abuelas. La fecundidad mundial ha disminuido de 4,9 hijos por mujer en la década de los sesenta a una tasa que se estima en 2,45 para el periodo 2010-2015, por debajo del 2,49 augurado hace dos años”.

Además de que se ha reducido drásticamente la mortalidad infantil, otros factores explican que las mujeres de hoy tengan menos hijos. Y aunque la caída de las tasas no trae inmediatamente una reducción de los nacimientos en términos absolutos, debido al gran número de personas pertenecientes a la generación del baby boom, “a medida que esta generación envejece y si las tasas de fecundidad siguen disminuyendo”, según Pearce, “el crecimiento de la población debe decaer y podría entrar en declive”, hipótesis que no es tenida en cuenta en las últimas predicciones de la ONU.

Como queda evidenciado de nuevo, las estimaciones demográficas de Naciones Unidas son más un análisis político que un prueba con base real. No hay indicios de que estemos viviendo una explosión demográfica, sino todo lo contrario, más parece que el descenso de la población es cada vez más palpable. Naciones Unidas y la comunidad internacional a favor del control poblacional, promueven la idea de que “somos pobres, porque somos muchos” como el problema del crecimiento económico, y no ataca el problema de la pobreza desde una solución más humana, utilizando equitativa y eficazmente los recursos que si son muchos y satisfacen a la población en su totalidad.

 

Fuente: Aceprensa