En un interesante artículo en The Globe and Mail (“Making more babies: a stimulus plan”), el columnista Doug Saunders se refiere, entre otras cosas, a la relación que existe entre los programas de estímulo a la economía impulsados por los gobiernos, y la tasa de natalidad. El caso de Alemania es significativo a este respecto. Dice Saunders:
Alemania anunció esta semana que el crecimiento económico se ha reanudado por primera vez en un año. Se logró por la inyección de enormes sumas de dinero del gobierno en la economía, con un gran costo: su deuda pública es ahora equivalente a cerca del 70 por ciento de toda su economía, y está a punto de pedir otros 350 millones de euros.
Estos niveles de deuda son una preocupación temporal a condición de que se reanude el crecimiento a largo plazo. Los niveles de deuda pública eran más altos después de la Segunda Guerra Mundial, después de todo, y el gasto no tuvo que bajar: La economía simplemente superó la deuda, al igual que los ingresos del gobierno, hasta convertirse en insignificantes.
Pero aquella recuperación fue acompañada de un “baby boom” que trajo jóvenes y nuevos contribuyentes generadores de ingresos en la economía. Un descenso de la población, por otra parte, es por definición un envejecimiento, y los costos de pensiones, salud y otros gastos públicos de una población envejecida, en combinación con la pérdida ingresos fiscales producida por una población cesante, son suficientes para matar a la economía.
No es de extrañar, entonces, la creciente preocupación de todas las naciones del Hemisferio Occidental por la caída de las tasas de natalidad. De ahí la pregunta de Saunders: “¿Cómo conseguir que la gente tenga más hijos?”. Las provincias canadienses de Alberta y Quebec han experimentado en los últimos años un notable incremento en la tasa de fecundidad: de 1.45 a 1.65 hijos por familia en Quebec y de 1.64 a 1.82 en Alberta. ¿Cómo se explica este fenómeno?
La conclusión de un nuevo estudio realizado por los demógrafos Roderic Beaujot y Juyan Wang de la Universidad de Western Ontario es que
el factor principal el control de las tasas de fecundidad no es la riqueza o renta, sino una sensación de seguridad: cuando una pareja se considera que sus circunstancias son seguros y riesgo financiero es bajo, tienen hijos.