Una noticia que ha dejado a todos con la boca abierta a nivel mundial fue lo sucedido en Estados Unidos, donde una mujer decidió casarse con su “novio interno”: ella misma. Nadine Schweigert, una mujer de 36 años de Dakota del Norte (Estados Unidos), decidió casarse consigo misma en 2012, seis años después de un doloroso proceso de divorcio, y cansada de “esperar a alguien que aparezca y me haga feliz”. Sin embargo, ella no ha sido la única. Chen Wei-yih, una oficnista de Taipei, decidió casarse con ella misma en el 2010, contrató un salón de eventos y un planificador de bodas para la ceremonia -realizada el 6 de noviembre- que contó con la presencia de 30 invitados, un vestido blanco y un largo velo.
En una entrevista realizada al presidente de la plataforma europea Profesionales por la Ética, Jaime Urcelay,acerca de esta noticia advirtió que si la unión matrimonial deja de ser una institución conformada por un varón y una mujer “prácticamente cualquier realidad afectiva podrá ya reconocerse como matrimonio, los limites únicamente los puede poner la imaginación y el tiempo“.
Lo anterior ya se esta convirtiendo en una realidad en muchos países del primer mundo en donde es reconocido legalmente como matrimonio la unión entre personas del mismo sexo, la poligamia y la poliandría, y en otros lugares donde las personas desean contraer matrimonio con animales, edificios públicos, patrimonios culturales, etc. (hacer clic aquí para ver noticia).
El presidente de Profesionales por la Ética subrayó que “con toda razón se ha dicho que, al prescindirse del componente biológico del matrimonio, la institución pasa de entenderse como un vínculo de relevancia social a enfocarse como una desvinculada vía de emancipación individual”. “El resultado de semejante artificio no es otro que la desprotección jurídica de los bienes que secularmente ha amparado el matrimonio, de los cuales el más obvio es el derecho de los niños a crecer con la natural referencia de un padre y una madre”, indicó el experto.
Es importante resaltar que el matrimonio es una institución social fundada en la naturaleza humana, siendo el único deber del derecho positivo su reconocimiento y protección sin llegar a desvirtuar su esencia. No es competencia del Estado definir lo que es el matrimonio, pues la esencia de éste viene dado por la Ley Natural.