Exigimos tiempo y excelencia de realización tanto en nuestra vida profesional como en lo personal. La búsqueda de un desempeño lo más perfecto posible nos desgasta y nos provoca estrés. Conciliar trabajo y familia nos ayuda a disipar el daño y nos permite disfrutar más con nuestros colegas y seres queridos.
El modelo de trabajo y familia ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, las mujeres tienen mayor participación en la industria y los hombres mayor asignación al trabajo doméstico. Sin embargo “más” no significa “igual”. Según datos del INE, La Encuesta Nacional de Empleos e Ingresos ENEI 2017, la actividad principal del hombre sigue siendo el trabajo y de la mujer, la labor doméstica; pero esto no necesariamente esta mal. En aras de buscar la “igualdad” no se debe olvidar que hombres y mujeres, además de ser iguales en dignidad, son complementarios y a la vez diferentes en ciertos aspectos.
También se analiza que entre 1990 y 2008 la participación total femenina en la región guatemalteca pasó del 23% al 53%, y en cuanto a la franja de mujeres entre 20 y 40 años, el porcentaje de las que trabajan fuera del hogar se elevó al 70%. Ahora bien, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en la última década, la tasa de participación laboral femenina se ha estancado en 53% y el 78.1% de las mujeres se categorizan dentro de ocupación de baja productividad. Pero¿Deben las mujeres aspirar a tener una participación laboral del 100%? La respuesta es no. Lo que debe buscarse es que cada mujer sea libre y pueda decidir lo que considera mejor según la etapa de la vida en la que se encuentre y según sus preferencias, siempre con oportunidades.
Es importante no hacer de menos el trabajo de la mujer en el hogar. Quizá las tareas domésticas, el apoyar a un hijo con los estudios, o el cuidar a algún familiar enfermo no sean tareas que brillan o que aparezcan en las estadísticas de “productividad”, pero son ocupaciones todas de gran repercusión, porque la sociedad será lo que sean sus familias y el papel de la mujer en el cuidado de los hijos y en hacer de cada casa un hogar es indiscutible.
Y efectivamente, estos cambios también representan desventajas, pues han provocado complicaciones en la relación entre hogar y trabajo, tanto en hombres como mujeres.
Encontrar soluciones y conciliar la relación, ayuda al desarrollo individual, de la empresa y de la sociedad en general. Por lo tanto, para actuar ante el conflicto familia-trabajo, es necesario conocer cuáles son los factores que lo generan y las especificidades de cada contexto.
“La literatura especializada ha analizado ciertas características personales, familiares y profesionales, tales como el género, el estado civil, el número de hijos, el tipo de empleo y las presiones laborales, como posibles fuentes de conflicto. El ámbito geográfico también es un factor determinante. De hecho, existen diferencias en las políticas que implementan los países europeos para apoyar la conciliación. Esto se explica por las condiciones económicas y por otras variables, como las de tipo cultural, que determinan cómo se perciben y se afrontan las relaciones entre la familia y el trabajo” (Korabic, Lero y Ayman, 2003).
Cómo lo menciona la cita anterior, el individuo y su condición personal, el trabajo y el papel de las empresas, la familia y su rol en la sociedad, tienen un peso crítico que nos sirve de análisis para encontrar la solución. No se puede obviar tampoco la importancia del cargo estatal, puesto que el Estado influye en el grado de desarrollo, y esto a su vez incide en la cultura del país.
Consecuentemente, el bienestar personal es clave, mantener la aptitud y la motivación nos impulsará al alcance de nuestros objetivos y principalmente, de nuestra salud física y mental. A su vez, el sector público y privado deben de promover prácticas que ayuden a un equilibrio entre ámbitos: por ejemplo se ha evidenciado que otorgar permisos parentales complementarios a los que establece la ley y flexibilidad en el horario laboral favorecen la productividad y estabilidad de la persona. Y no digamos, el compromiso de las instituciones de impulsar la vida en familia, la fraternidad y la educación.
En la pasada conferencia “¿Cómo liderar con éxito la trayectoria profesional y personal en un mundo global?”, promovida por la Asociación Familia Importa (AFI), el Centro de Investigaciones Humanismo y Empresa de la Universidad del Istmo (CIHE) y la Asociación Familia Desarrollo Población (FADEP), la experta en Responsabilidad Familiar Corporativa, Nuria Chinchilla, compartió mecanismos y herramientas que se deben utilizar para alcanzar el nivel de satisfacción deseado. A través de su conocimiento, presentó el valor de la flexibilidad y los rasgos de liderazgo femenino, como elementos de mejora de la productividad empresarial y de la consecución de un clima laboral satisfactorio para las dos partes: empleado y organización.
La especialista sintetizó bajo “Tres efes” – Familia, Feminidad y Flexibilidad-, la clave para el desarrollo de la familia, la empresa y de una sociedad incluyente.
“Es necesaria la implicación de nuestros gobernantes y legisladores, la flexibilidad y buenas prácticas de los empresarios y el esfuerzo de las familias, pero también y antes que nada nuestra propia voluntad de mejorar la realidad en que vivimos y de ser dueños de nuestro destino, logrando un equilibrio armónico entre lo que aportamos y lo que recibimos de la sociedad” – Contraportada de su libro: Integrar la vida (liderar con éxito la trayectoria profesional y personal en un mundo global)
Así, la experta Nuria Chinchilla presenta una serie de consideraciones que sugiere tomar para lograr dicha conciliación:
1. Determina las prioridades de los distintos roles, con importancia y tiempo.
2. Distingue lo necesario de lo superfluo: son las tareas que suponen una complicación que aportan un beneficio muy pequeño
3. El tiempo es limitado: dedícate a hacer lo importante antes que lo urgente
4. Delega lo delegable (el ser mamá/papá o esposo/esposa nunca es delegable)
5. Resérvate una franja horaria para ordenar el día.
6. Toma las decisiones en el tiempo adecuado
7. Aprende a decir NO.
8. Sé realista a la hora de determinar el tiempo.
9. Vive tiempo de calidad.
10. Reserva tiempo para tu crecimiento personal. Descubre tu misión personal
Encontrar el equilibrio y armonía es dar lo mejor de nosotros mismos, sin sentirnos presionados o bajo exigencias. Se trata de disfrutar de los dos ámbitos mientras crecemos y nos desarrollamos cada vez más, de encontrar el equilibrio personal, de re-descubrir cómo trabajo-familia se enriquecen mutuamente y revalorizar el trabajo del hogar. Y muy importante, promover el desarrollo de políticas públicas con perspectiva de familia y la creatividad e innovación de las empresas, que busquen el beneficio de sus empleados.
Para leer más sobre este tema acceda al artículo ¿Qué medidas pueden ayudar a conciliar la familia y el trabajo?, del cual hemos extraído cierta información.