En 2025, el gobierno de Guatemala implementó un incremento del 10% en el salario mínimo, situándolo entre los más altos de la región. Este aumento busca mejorar el poder adquisitivo de las familias guatemaltecas y contrarrestar los efectos de la inflación en el costo de vida. Sin embargo, sus consecuencias para las familias guatemaltecas pueden ser lo contrario.
De acuerdo a un artículo escrito por el catedrático Olav Dirkmaat en UFM Trends, la comparación del salario mínimo de Guatemala con otros países es la siguiente:
Gráfica propia de FADEP, elaborada con datos de UFM trends.
Según el autor, Guatemala tiene el tercer salario mínimo más alto de la región latinoamericana. Sin embargo, destaca que, desde una perspectiva económica, es más relevante considerar el costo laboral mínimo total, que incluye no solo el salario base, sino también prestaciones de ley, impuestos sobre la nómina, bonos, pagos vacacionales obligatorios e indemnizaciones laborales. Estos costos adicionales varían significativamente entre países y afectan la competitividad laboral.
De esta forma, el autor subraya la importancia de comparar el salario mínimo con la productividad laboral. Un salario mínimo elevado puede ser sostenible si la productividad del trabajador es alta. Sin embargo, en el caso de Guatemala, la productividad media es baja en comparación con el costo laboral mínimo, lo que podría generar consecuencias negativas para el empleo y la economía en general.
Inflación y costo de vida
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en enero de 2025, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicó en 101.02, registrando una inflación mensual y acumulada de 0.50%, con un ritmo inflacionario de 2.19%. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) urbana alcanzó un valor de Q904.63, mientras que la rural fue de Q699.17.
Estos datos reflejan un aumento en los precios de bienes y servicios esenciales, lo que afecta directamente el poder adquisitivo de las familias, especialmente aquellas de bajos ingresos.
Impacto en las familias guatemaltecas
El aumento del salario mínimo tiene efectos mixtos en las familias guatemaltecas. Por un lado, incrementa los ingresos de los trabajadores formales, mejorando su capacidad para afrontar gastos esenciales. Por otro lado, puede generar presiones inflacionarias si las empresas trasladan el aumento de costos laborales a los precios de bienes y servicios.
Además, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2023, el 56.0% de la población se encuentra en condición de pobreza, de la cual un 16.2% vive en pobreza extrema y un 39.8% en pobreza no extrema.
Esto indica que más de la mitad de la población podría no beneficiarse directamente del aumento salarial, ya que muchos trabajan en la informalidad o están desempleados.
Por lo tanto, el impacto del incremento salarial en las familias depende en gran medida de su nivel de ingresos y de si sus miembros trabajan en el sector formal o informal. Para las familias cuyos ingresos dependen del empleo formal, el aumento puede traducirse en un alivio económico temporal. Sin embargo, para aquellas cuyos ingresos provienen del sector informal, que representa una parte significativa de la economía guatemalteca, el ajuste salarial no genera un beneficio directo y podrían enfrentar un aumento en el costo de los bienes y servicios sin una mejora en sus ingresos.
Consideraciones finales
El incremento del salario mínimo en Guatemala para 2025 es una medida que, en principio, busca mejorar el bienestar de las familias trabajadoras. Sin embargo, su efecto real puede ser un aumento en el costo de bienes y servicios. Al final, su efectividad depende de diversos factores, como la inflación, el empleo formal y las políticas complementarias que se implementen para apoyar a los sectores más vulnerables.
Es esencial que las autoridades hagan un monitoreo continuo el impacto de esta medida y ajusten las políticas económicas según sea necesario para garantizar una mejora real en la calidad de vida de las familias guatemaltecas.