En nuestro documento recientemente publicado “El matrimonio importa” evidenciamos la necesidad de una familia estable para el desarrollo infantil. Los niños necesitan a sus padres y los necesitan presentes en sus vida, involucrados, no de forma aislada. Sin embargo, una de la ausencias más palpables en la vida de los niños es la de los padres más que la de las madres. Y aunque conocemos los beneficios de la presencia materna en los hijos, es necesario enfatizar que tan necesario es la madre como el padre.
El diario español, El Confidencial, hace una referencia a los efectos negativos de la ausencia paterna. La autora del articulo ” El matrimonio, incubadora de paternidad” resalta los beneficios que porporciona un padre implicado en la educación y configuración de la personalidad de los hijos. Los estudios demuestran una serie de diferencias cualitativas entre los niños que han crecido con o sin padre. Los niños que se han beneficiado de la presencia de un padre interesado en su vida académica, emocional y personal, tienen mayores cocientes intelectuales y mejor capacidad lingüística y cognitiva; son más sociables; tienen mayor autocontrol; sufren menos dificultades de comportamiento en la adolescencia; sacan mejores notas; son más líderes; tienen el autoestima más elevada; no suelen tener problemas con drogas o alcohol; desarrollan más empatía y sentimientos de compasión hacia los demás; son más sociables y cuando se casan tienen matrimonios más estables (National Center for Fathering; www.fathers.com. En España, vid. Paternal Involvement and Children´s Developmental Stages in Spain, Universitat Pompeu Fabra, May, 2012, Department of Political & Social Sciences, Barcelona).
Sin embargo, uno de los problemas que enfrentan más que todos las sociedades desarrolladas, es que en estos países cada día aumentan más los niños que crecen sin la paresencia paterna derivado situaciones como ruptura del vínculo matrimonial de los padres, hijos fuera de matrimonio. La experta resalta que estas situaciones tienen una consecuencia inmediata en relacion con los hijos, pues cuando el vínculo entre hombre y mujer es débil, también lo es, según muestran los estudios, el vínculo creado entre aquellos y los hijos; y muy especialmente entre la figura paterna y sus descendientes. En relación con las parejas casadas, cuando los padres separados no viven con sus hijos (en países desarrollados rara vez la custodia es compartida y la mayoría de las veces se le atribuye a la madre (68-88 %), las investigaciones demuestran que la relación padre-hijo en muchos casos acaba desapareciendo con el tiempo. Diez años tras el divorcio, solo uno de cada 10 niños ve a su padre al menos una vez a la semana.
La relación es mucho más debil cuando los padres separados no se han casado. En Europa y Estados Unidos, según indica el artículo aproximadamente cuatro de cada diez hijos nacen fuera del matrimonio.
Los efectos negativos de la ausencia paterna adquieren mayor intensidad cuando los hijos son varones, en especial, en lo relativo al autocontrol y fracaso escolar. Estos chicos tienden a mostrar actitudes masculinas muy exageradas con radicalización de estereotipos por la falta de un modelo adecuado de masculinidad. Este problema ha llegado a ser intergeneracional, puesto que parece ser que lo que hacen sus padres, los hijos lo repiten. Los hijos que han crecido sin padre son más proclives a tener hijos fuera del matrimonio y no querer asumir responsabilidades al respecto.
La profesora Calvo considera que esto debe ser considerado un problema a nivel de cada país y su gobierno puesto que los porblemas que representan la ausencia paterna no solo afetcan a los hijos sino a la sociedad tambien: cuando en una sociedad el fenómeno de la ausencia paterna adquiere carácter masivo deben esperarse consecuencias, no sólo en el devenir psicológico del individuo, sino también de forma generalizada a nivel social. Por ello, es preciso reaccionar lo antes posible y adoptar medidas al respecto. Se trata no solo de favorecer la paternidad en sí, sino el vínculo matrimonial previo que, como indican las investigaciones, es garantía de mayor estabilidad y conexión emocional entre el padre y los hijos. La institución matrimonial parece ser el marco más adecuado para el desarrollo de la función paterna en plenitud. Una paternidad satisfactoria dependerá en gran medida, según los expertos, de la calidad de la relación que exista previamente entre el padre y la madre.