No es novedad afirmar que el nivel de estudios alcanzado por los padres, la situación financiera o la estructura de la familia influyen en el desempeño escolar de los hijos. Sin embargo, siempre conviene recordar la importancia de estos factores para buscar reforzar lo que influye positivamente y minimizar aquello que afecta.
Basados en un artículo que presenta la realidad de España se concluye que “los niños que viven en hogares monoparentales tienen una probabilidad ligeramente menor de terminar la Educación Secundaria Obligatoria a su debido tiempo”. Sin embargo, la “influencia de la estructura familiar es muy reducida en comparación con los efectos del nivel de estudios de la madre y las diferencias de recursos económicos entre las familias.”

La situación familiar de España ha cambiado muchísimo en los últimos años: en 1991 casi el 90% de los jóvenes de 16 años vivían con ambos padres biológicos mientras que en el 2011 esa cifra había bajado a 73% aproximadamente. La situación se agrava al considerar que las familias monoparentales tienen más probabilidad de ser pobres y por ello el impacto negativo en el desempeño escolar de los hijos se ve agravado.
Con todo lo anterior, puede concluirse que las políticas destinadas a prevenir el retraso escolar tendrán más éxito si se orientan a reducir las diferencias socioeconómicas de los hogares. Sin embargo, vale la pena recordar que una forma de reducir esas diferencias socioeconómicas es precisamente apostándole a la unidad familiar: en la medida que los niños crecen en un ambiente sano, con ambos padres presentes y cumpliendo su papel de primeros educadores, la probabilidad de ser pobre puede ir disminuyendo paulatinamente.
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