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Santa Sede: para erradicar la pobreza es necesario que haya más niños

Este año se  llevó a cabo la 49° Sesión de la Comisión para el Desarrollo del Consejo Económico y Social (ECOSOC), en la cual el arzobispo Francis Chullikatt, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, intervino afirmando que para erradicar la pobreza es fundamental la promoción de la familia.

En su discurso, el arzobispo afirmó que “las generaciones futuras de niños y de jóvenes son el mejor medio y único para superar los problemas económicos y sociales. La pobreza no está causada por un exceso de niños, sino por una inversión y un sostenimiento demasiado escaso para su desarrollo”.

“La historia humana nos enseña que si se invierte suficientemente en los niños, estos crecen para restituir mucho más que lo que han consumido, elevando, de esta manera el modo de vida de todos”.

Por este motivo “promover una cultura que se abra a la vida y se base en la familia es fundamental para comprender el pleno potencial y el desarrollo auténtico de la sociedad, para el presente y para el futuro”.

“Los niños no deben ser vistos como una carga sino como un don insustituible” y “constructores de las generaciones futuras”.

Si de hecho los legisladores afirman, a menudo, que el crecimiento de la población es perjudicial para el progreso “la verdad es que allí donde se ha verificado un crecimiento económico, a menudo está acompañado por un aumento de la población”.

“En las últimas décadas se ha asistido a continuos progresos para afrontar y reducir la pobreza global”, pero admitió que estos pasos hacia delante “ continúan siendo inconstantes”, y que más de mil millones de personas experimentan todavía “ la pobreza y el hambre extremas”.

“La comunidad internacional debe encontrar urgentemente propuestas para una solución sostenible y duradera a este problema”, declaró, subrayando la necesidad de una “visión heurística del desarrollo humano”, dado que este último “no puede ser medido sólo en términos de crecimiento económico” y la erradicación de la pobreza “no se puede fundamentar sobre un resultado económico ponderable”.

Lo que es necesario sobre todo es “la promoción del desarrollo de cada ser humano y de todo ser humano”, indicó, porque “sin la concomitante dimensión ética y espiritual, el desarrollo social carece de los cimientos necesarios sobre los que debe ser construido y que lo deben sostener”.

En el centro del desarrollo, observo monseñor Chullikatt, están “el reconocimiento de la dignidad de la persona humana y la garantía de pleno respeto de la dignidad innata del hombre y de sus derechos fundamentales”.

En este contexto, “el primer capital que hay que salvaguardar y proteger es la persona humana en su integridad”, comenzando por “darle un debido reconocimiento a la institución social más básica, la familia humana, fundada sobre el matrimonio”.

“Cuando a una sociedad se le priva de su unidad básica, la familia, y de las relaciones sociales que derivan de ella, pueden nacer grandes sufrimientos psicológicos y espirituales y también puede afectar al bienestar económico y social”, observó el arzobispo.

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Fuente: Zenit