El concepto de migración de reemplazo –en pocas palabras, la contratación de inmigrantes por países de fecundidad baja para compensar el envejecimiento de la población y “vacíos” en la pirámide de edad de un país– ha sido muy controversial desde que fue propuesta en un estudio de las Naciones Unidas a principios de esta década. Muchas personas han supuesto que si las fronteras permanecieran abiertas sería más que suficiente para que los migrantes llenar las carencias de población de un país.
Eso no es necesariamente así. Como Daniel Rahaut sostiene en un documento auspiciado por el Instituto Sueco de Estudios Políticos de crecimiento (en sueco aquí), no hay razón para pensar que los migrantes irán necesariamente a un determinado país, o que si lo hacen van a tener las habilidades necesarias. Examinando las distintas regiones de Eurasia, Rahaut sugiere que una variedad de factores como la falta de historia de la migración a Suecia, la idiosincrasia del mercado sueco, incluida la necesidad de dominar el idioma sueco y una economía altamente regulada, el envejecimiento de la población en los países de origen, y la falta de personas con los conocimientos necesarios, harán que la migración de reemplazo sea difícil. Si bien hay razones para estar en desacuerdo con el análisis Rahaut –en el caso de Rusia, por ejemplo, no hay razón para pensar que el envejecimiento de la población desalentará la emigración entre las cohortes reducidas, mientras que las redes de inmigración siempre se pueden configurar en los países de origen– la orientación general de su argumento merece ser escuchado en serio.
Traducido de “On the serious problems with replacement migration to Sweden (and elsewhere)”, en Demography Matters, 16 de septiembre de 2009.