A principios del mes de noviembre de 2011, el ministro de Asuntos Exteriores de Tanzania, Bernard Membe, asombró a la comunidad internacional al rechazar la ayuda de Inglaterra si como condición de la misma debe reformar su legislación para aprobar la unión entre personas del mismo sexo como matrimonio.
Membe respondió así al primer ministro británico, David Cameron, que amenazó el pasado domingo con retener las ayudas británicas a los países que aún prohíben la homosexualidad a menos que estos reformen su legislación. Cameron explicó que ese tema había sido abordado en la reunión de la Commonwealth (Mancomunidad de Naciones), que tuvo lugar en la ciudad australiana de Perth el pasado fin de semana.
Tanzania fue una colonia británica y ahora es un Estado Soberano con leyes propias y así lo enfatizó el Ministro en una rueda de prensa: “los asuntos de este país son gestionados por su gobierno y su pueblo, y no por un poder extranjero. Mantendremos nuestra dignidad y moralidad. No deberíamos ser coaccionados de ninguna manera sólo porque ellos (Reino Unido) nos dan ayuda”.
El jefe de la diplomacia tanzana citó un artículo de la Constitución que prohíbe las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, y recordó que la Carta Magna remarca que el pilar de la nación es la familia. En Tanzania, la homosexualidad es un delito que acarrea penas de hasta treinta años de cárcel.
De los 54 miembros de la Commonwealth, sólo trece reconocen la homosexualidad. Sin duda, la posición de Tanzania es un acto de valentía, pues al ser una país que necesita ayuda económica, no permite que otros legislen en asuntos que unicamente le competen a su país. Como bien lo recalcó el Ministro, el pilar de la sociedad es la familia y aprobar las uniones entre personas del mismo sexo como matrimonio, es atentar contra la esencia de esta insitución humana.
Fuente: La Tribuna