La familia, partiendo desde su función más básica, es el fundamento del desarrollo integral de todo ser humano. Es dentro del entorno familiar en donde se adquieren los elementos esenciales para el crecimiento físico, psicológico, afectivo y social adecuado de cada persona que en conjunto, conforman una sociedad. Sin embargo, la relevancia de las estructuras familiares sólidas se extiende más allá del desarrollo de cada persona, una familia representa un elemento sustancial para el desarrollo sostenible de una sociedad.
En reiteradas ocasiones hemos mencionado cómo la familia contribuye en el bienestar de todos los ámbitos de una sociedad, siendo la base de su prosperidad. Comenzando con el aspecto social, la función procreadora de la familia es imprescindible para el sostenimiento y continuidad de la población mundial. Las tendencias demográficas actuales representan ya un desafío para algunas sociedades, especialmente por el declive generalizado en las tasas de natalidad que ha ocasionado la reducción y envejecimiento de algunas poblaciones. Lo anterior ha propiciado la generación de programas sociales que incentiven a las familias a tener un mayor número de hijos, como es el caso de Hungría y su exitoso Plan de Acción para la Protección de la Familia, o el recién anunciado plan de impulso a la natalidad promovido por la presidente regional de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Incluso China ha dado marcha atrás con la Política de Hijo Único que ha perjudicado la sostenibilidad de su población.
Hemos detallado con mayor precisión los casos de políticas públicas con enfoque de familia con anterioridad, por lo que no nos detendremos en el tema; sin embargo, con el objetivo de destacar la función irremplazable de la familia en la sociedad, vale la pena señalar la prevaleciente necesidad de priorizarle en la agenda pública para asegurar la sostenibilidad de la sociedad; no sería extraño que en los próximos años se implementen políticas públicas de este tipo en un mayor número de poblaciones desafiadas por la escasez de nacimientos.
Por otro lado, el aporte de las estructuras familiares sólidas a la sociedad, no se limita a la procreación. Tal como lo plantea el título, cada familia genera un impacto económico significativo. El término Capital Familia, que también ha sido un tema recurrente en publicaciones anteriores, infiere, desde una perspectiva socioeconómica, a la inherente función familiar de creación de capital humano, el cual representa un aporte invaluable para el desarrollo colectivo. Es decir, es dentro del entorno familiar donde cada ser humano aprehende los conocimientos, capacidades y valores morales necesarios para su desarrollo integral dentro de una sociedad, en la cual se desempeñará como ciudadano, profesional, padre o madre de familia, etc.
Partiendo desde una visión individual, hacia una colectiva, un ser humano que adquiere las competencias adecuadas dentro de una unidad familiar idónea, generará un aporte elemental incurriendo dentro del mercado laboral; así mismo, contribuirá dentro un sistema tributario y conformará eventualmente, una propia estructura familiar próspera. En concreto, es acertado inferir que el fortalecimiento de las estructuras familiares, garantiza el desarrollo de las futuras generaciones.
Así mismo, vale la pena mencionar que las estructuras familiares funcionales, especialmente en las que los padres de familia están unidos en matrimonio, suelen ahorrar en mayor proporción que cualquier otra estructura social; lo cual les permite invertir significativamente tanto en el bienestar y futuro de sus hijos, incluyendo educación, recreación, seguro médico, etc. así como en acumulación de bienes como automóviles, casas, etc. Así, una familia funcional genera también estabilidad y certeza económica, tanto por sus ahorros acumulados, como por los activos y la rentabilidad que representan.
El desarrollo humano según el PNUD, implica tanto el acceso a oportunidades que ofrezcan una calidad de vida a cada ser humano, como la adecuada formación de sus capacidades con el objetivo de prosperar a lo largo de su vida y por último, la forma en la que emplean dichas capacidades. Cada uno de los anteriores aspectos, comprende la participación familiar desde el inicio de la vida y en cada una de sus etapas. Una sociedad con familias sólidas, asegura su desarrollo.